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cia se fortalezca y se desarrolle, y esto se logra por la Con–
firmación; en tercer lugar, hemos de vivificada y fomentar–
la, y esto lo conseguimos en virtud de la Eucaristía; cuarto,
si ésta pereciere, hay que restituirla. y repararla, cosa que
nos da hecha la medicina de la Penitencia; quinto, cuando el
hombre se encuentra ya frente a los umbrales mismos de la
muerte necesita una preparación que le ayude a vencer
al
de–
monio, y esta la suministra la Extrema Unción;
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sex–
to, la Iglesia necesita de Gobernantes y Ministros que dirijan
y 'encaucen rectamente las almas y las vidas de los fieles,
para lo cual ha sido establecido el sacramento del Orden;
séptimo, finalmente, para que en la Ig1esia se promueva y se
fomente la multiplicación de hombres santos precisamos de
hombres que llenen este cometido de la multiplicación del
género humano, a todo lo cual provee el Maitrimonio.
D.-¿Y quién instituyó cosas tan buenas y tan hermosas ?
M.- Dones tan valiosos como estos Sacramentos no pu–
dieron ser instituídos sino por sólo Dios en su Divina Omni–
potencia y sabiduría, [
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pues sóio por El puede ser
conferida la gracia. Los Sacramentos son, por consiguiente,
como ciertos canailes por 1 s que llega hasta nosotros el pre–
cio de la redención de Jesucristo.
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D.- Quisiera saber si hubo Sacramentos en la
época del Antiguo Testamento, y de haberlos habido, si fue–
ron tan valiosos y eficaces como estos nuestros.
M.- Hubo muchos, que difieren de los nuestros actuales
en cuatro aspectos: primero, fueron muchos más que los
nu stros, de dond resultaba que la antigua ley era mucho
más difícil que la nuestra; segundo, era más difícil de obser–
var que la nuestra; tercero, más oscura y complicada, por lo
qu su sentido sólo podia ser comprendido e interpretado por
unos pocos mientras el de [452] la nuestra lo puede en-
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