f
461-463]
quien obedece a todos los constituídos en gobierno que repre–
senta:n a Cristo.
D.-Según eso, ¿a quién pertenece especialmente la
ad–
ministración del Bautismo?
M.-Po:r oficio propio a los Sacerdotes
y,
especialmeTute,
a los Párrocos,
y
si falta el Sacerdote, al Diácono. Y si éste
a su vez faltara
y
el niño corriera peligro inminente de mo–
rir sin
el
Bautismo, •entonces cuaJlquiera puede administrarle,
lo mismo si es clérigo que si es laico, mujer o varón, [
461]
y,
dentro de esto, el hombre con más preferencia a la mujer,
lo mismo que el que sea padre al que no lo sea,
y
si hubiera
varios padres, el más viejo de todos.
D.-Me causa extrañeza el hecho de que este Sacramento
se aidirninistre a Jos niños recién nacidos cuando aún no saben
ni aiun siquiera hablar.
M.-El Bautismo nos es tan necesario que cuantos mue–
ren antes de recibirile o, a lo menos de haberle deseaido, no
pueden
ir
al cielo. [462] Ahora ·bien, como quiera que los
niños recién nacidos están con frecuencia expuestos a morír
sin poder desear el Bautismo, por no tener aún uso de razón,
de ahí que nuestra Santa Madre la Iglesia, para que puedan
ser bautizados, a pesair de no entender qué es
fo
que reciben,
suple lo que falta,
par
el hecho de establece'I' que baste la
promesa de los padrinos por ellos. Así, pues, de
fa
misma
manera que por nuestro primer padre Adán incurrimos en
el pecado, aunque nosotros nada conocíamos, [463] así
también Dios decretó que, gracias al Bautismo
y
a la Iglesia,
podamos vernos libres del pecado
y
entrar a formar parte
de la Iglesia, aun sin darnos todavía cuenita de ello < por no
tener uso de razón ::> .
Al administrarse el Bautismo, es costumbre arraigada
y
antigua en la Ig1'esia que un hombre (el Padrino, conside-
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