de la Consagración, ya lo que hay en aquella hostia
e5
el·
ver–
dadero cuerpo y la verdadera carne de Nuestro Senór Jesu–
cristo. Ahora bien, tan !luego como estos verdaderos cuerpo
y
ciaI'llle
están
vivientes en ella y unidos en la persona del
Hijo de Dios, [483] a partir de ese momento
se
empiezan
a dar unidas junto con el cuerpo la mngre, el a:lma y ta divi–
nidad, es decir, que en ella se aposenita. todo Cri·sto vel'.1dadero
Dios y verdadero hombre. Lo mismo en el Cáliz, antes de la
Consagrración no hay sino
iln
poco de vino y ottio poco dé
agua, pero tan pronto como el Sacerdote ha consumado
la
Consagración,
l-0
que se encuentra en el cáliz
es
fa verdade–
ra
-sangre de Dios, que
al
no poder sep3il'arse del cuerpo, hace
que al mismo tiempo
se
hallen en el cáliz, junto oon
fa
sangre,
el oúerpo, el alma y
la
divinidad del mismo Oristo, · [484] o,
lo que es
'lo
·mismo: todo Cristo, verdadero Dios y verdadero
hombre.
D.-Pero, según
eso,
yo observo que, acabada fa Con–
sagración, la hostia,
así
oomo antes habí:a sido
pan,
tal
es,
y
el vino permanece igual a
lo
que amtes había
sido
en
el
cáliz.. .
M.-Así es, en efecto., pues en la hostia
consagra.daper–
manece la misma figuTa de pan, pero no
la
misma sustancia
de pan, pues bajo ·esa especie de pan, lo que subsiste ya no
es pan, [485] sino el cuerpo
y
1a ca:rne de Cristo Nuestro
Señor. Te pondré una semej3Jll2a pa:ra que lo comprendas
mejor. ¿No has oído deck alguna vez cómo la mujer de Lot
fué conver.tida en estatua de sail? Pues todo el que dkigiera
su
vista
hacia aquella estatua de
sal
veía irnduidablemente a
la mujer de Lot, y, sin embargo, aquélla no era en sí la mu–
jer de Lot, Bino puraimeilite sa:l bajo especie de mujer. [486]
Pues de
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1
a misma manera· que en ésta, cambiada e.n ot:r:a na –
tUI1aileza de forma inferior, no queda inmudable mis que la
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