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I
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D.-Quisiera saber si el hurto es un pecado grave.
M.-Todos los pecados maritales son gravísimos, puesto
que
par
culpa de ellos el hombre no puede salvarse. El hurto,
por su parte, tiene de peculi•ar que conduce a los mayores
ma;les. Así tenemos abonando esto el caso de Judas, que ha–
biendo empezado por acostumbrarse poco a poco a
s~sar
algq
de lo que era necesario para la manutención de Cristo y sus
Apóstales, acabó por vender al Divino Maiestro.
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Así
vemos también que suele condenarse a muerte a fos salteado–
res de caminos, y cuando de este modo se les castiga, no es por
haber robado cualquier insignificancia sin trascendencia. Dios
prescribe y ha establecido que el que haya robado no reten–
ga esto en su poder. Y ya ves que Judas se ahorcó, y que
lüS ladrones suelen venir todos más pronrto o más ta;rde a
caer en manos de la Justicia. Y pava que lo veas más
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oomo en relieve, te ·referiré lo que cuenta San Pedro Damiano,
Obispo de Ostia.
En la mi'Sma noch•e de Navidad, yendo un [ugareño a ven–
der unas piaJras de ce:rdos, he aquí que un tal Pambo, como
no tuviera qué llevavse a la boca en la fiesta de la Pascua,
robó uno de aquellos cerdos, cuidando mucho de oprimirle con
fuerza fa garganta a fin de no ser descubierto por los gru–
ñidos del animaJl. Transportado el pueroo a su casa, entrególo
a sus compañeros para, una vez debidrumente adereza<lo, co–
merlo todos en compañía. [
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El día de la Pascua co–
miéronse entre todos con verdadero placer y ailegría el cerdo
robado, sin aoordaree lo más mínimo de que Di:os lo sabía
todo y los habría de castigar. Y, en efecto, el castigo no se
retardó. A la noche siguienite, por ser soldado, salió a mon–
tar la guardia, y vencido por el sueño, en campo abierto se
dispuso a hacoc noche, para lo cual, sujetando al caballo de
la brida, se dispuso a dormir. En esto un [
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ladrón que
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