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[407 --410]

pasaba por junto a

él,

aprovechando

~a·

oportunidad, quítÓ

muy taimadamente de las manos del soldado, a las qu:e

estaba sujeto por las riendas, el caballo, debidamente ensi–

llado y embridado. Como, al despertarse el soldado no en–

contrara su caballo por ninguna parte, empezó a pensar que le

habían Toba;do el caballo de aquellas mismas manos precisa–

mente que no hacía muchas noches habían perpetrado un

hurto. Por lo cual prorrumpió en un sincero hacimiento de

gracias a Dios,

[407]

que se h a;bía contentado con casti–

garle y precaverfo

al

mismo tiempo con un castigo tan pe–

queño.

También en relación con esto refiere una curiosa anécdota

fray Cristóbal Moreno, y es C<?mo sigue:

Cierto día, en un convento de Franciscanos de Luca, en

Italia, estando todos los frailes congregados en el refectorio,

de pronto tintineó a la puerta una campanilla. Cuando el por–

tero la abrió topó con un fraile vestido exaOCa.mente igual

que él,

[4-08]

que dijo: "Vengo, Padre, de parte de un

gran Príncipe para hablar de un asunto con vuestro Padre

guardián." Enterado éste, concedióle permiso para entrair

en el refectorio, donde en medio de todos (pues

ni

uno solo

faltaba) habló así: [

409]

"Padre guardián y demá$ · pa–

dres aquí presentes, no temáis por lo que voy a deciros.

Soy el demonio, enemigo y tentador de los hombres, que tam–

bién tiento a veces a los siervos de Dios. Y por esto es por

lo que ahora estoy aquí. Pero no os ·asustéis, que no moles–

taré a nadie. Vengo a vivir en vuestro hábito y compañía

hasta que Dios quisiere. [

410]

Pero gua<rdadrne silencio en

este punto y no se lo digáis a nadie, no sea que Dios se eno–

je. Yo mismo en persona ¡ré a pedir limosna en esta ciudad,

pues ésta es la .voluntad del Señor, mi creador, que inipone

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