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asegura muy acertadamente: "Pues que los hijos han reci–
bido su existencia del padre y de la madre, justo es que
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éstos miren también por _el sustento de sus padres."
Pero únicamente hay que obedecerlos, según San Pablo, siem–
pre que ellos procedan según los mandamientos del Señor, y
no hay, poir tanto, obligación de obedecer a un padre o una
madre que manden ailgo contra los mandamientos de la Ley
de Dios, pues en este caso habrían.nos de huir de ellos como
de nuestros enemigos.
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Ahora bien, este respeto
a
los padres se ha de mostrwr en el rostvo, en las pailabras,
en
todos los gestos y actos, etc., etc. Tanto, que Dios
Nues–
tro Señor en el Antiguo Testamento mandó cond'en!aJr a
muerte a todos aquellos que hubieren hablado mal a
sus
pa–
dres o les hubieren levantado la mano o maldecido.
D.-¿
Y
por qué en este mandamiento se nos manda hon–
rar
padr~
y madre
[360]
y no se prescribe, en cambio, a
éstos que ayuden y cuiden y atiendan a sus hijos en todas sus
necesidades?
M.-Es la misma I).aturaleza la que impone y m&nda que
padre, madre e hijos se atiendan y socorran entre sí mutua y
estrechamente. Pues de la misma manera que los hijos deben
atender y ayudar a los padres en sus necesidades, así tam–
bién ·es de ley natural que éstos hagan lo mismo con ellos.
·[361] Ahora bien, como quiera que es la misma natura1eza
, la que manda que los padres atiendan a sus hijos, no había
necesidad de mandar esto especialmente.
Y
si se hace con los
hijos es porque emos que los hijos descuidan con frecuen–
cia
el
amor hacia sus padres, por lo que no contento Dios con
advertir est añade aquello de que premiará a los que guar–
den este mandamiento
y
castigará, en cambio, a
los
que le
ri-olen. [362]