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[358- 362]

asegura muy acertadamente: "Pues que los hijos han reci–

bido su existencia del padre y de la madre, justo es que

[358]

éstos miren también por _el sustento de sus padres."

Pero únicamente hay que obedecerlos, según San Pablo, siem–

pre que ellos procedan según los mandamientos del Señor, y

no hay, poir tanto, obligación de obedecer a un padre o una

madre que manden ailgo contra los mandamientos de la Ley

de Dios, pues en este caso habrían.nos de huir de ellos como

de nuestros enemigos.

[359]

Ahora bien, este respeto

a

los padres se ha de mostrwr en el rostvo, en las pailabras,

en

todos los gestos y actos, etc., etc. Tanto, que Dios

Nues–

tro Señor en el Antiguo Testamento mandó cond'en!aJr a

muerte a todos aquellos que hubieren hablado mal a

sus

pa–

dres o les hubieren levantado la mano o maldecido.

D.-¿

Y

por qué en este mandamiento se nos manda hon–

rar

padr~

y madre

[360]

y no se prescribe, en cambio, a

éstos que ayuden y cuiden y atiendan a sus hijos en todas sus

necesidades?

M.-Es la misma I).aturaleza la que impone y m&nda que

padre, madre e hijos se atiendan y socorran entre sí mutua y

estrechamente. Pues de la misma manera que los hijos deben

atender y ayudar a los padres en sus necesidades, así tam–

bién ·es de ley natural que éstos hagan lo mismo con ellos.

·[361] Ahora bien, como quiera que es la misma natura1eza

, la que manda que los padres atiendan a sus hijos, no había

necesidad de mandar esto especialmente.

Y

si se hace con los

hijos es porque emos que los hijos descuidan con frecuen–

cia

el

amor hacia sus padres, por lo que no contento Dios con

advertir est añade aquello de que premiará a los que guar–

den este mandamiento

y

castigará, en cambio, a

los

que le

ri-olen. [362]