[338- 340]
mentos y mentiT8Js. Volvieron, pues, los dos mercader es a . vi–
sit;:vr al confesor, por cuyo consejo no sólo se habían librado
del pecado, sino que también habian experimenta do una no–
table ·alza en sus haciendas y negooios.
§
3.
DEL TERCER
MAND.AJ.)l]ENTO
[338] D.-Pasemos ya, si te parece, a.l tercer manda–
miento.
J.\il.-Pues bien, este dioe: No trabaja.rás en domingqs
ni
d~as
festivos, sino que has de dedicarte al culto del Señor.
Este mandamiento, como verás, difiere en algo de los demás,
que po·r su misma naJturaleza han de guardairse no ya sola–
mente por los
or~stianos,
sino también por los Uamados Ju–
díos y Gentiles. Este tercer mandamiento, en cambio, parte
h~
de ser por su misma naturaleza gua.rdado por todos,
[339] parte la obligación de gu.ardM"le no es
ni
poir
natura–
leza
ni
pam todos. Es ley natural que dediqüemos un día ·es–
pecialmente al servicio del Seño·F, considerándole ga¡nto y fes–
tivo. Por esto es por lo que en todas las pamtes y pueblos del
mundo hay siempre algún día festivo. Ahor·a biren, el deter–
minar si ese día ha de ser este o el otro, eso ·ya es incum–
bencia de iJ.a l·ey. Y así los Judíos, por ejemplo, celebran
el Sábado, [340] los oristianos, en cambio, el Domingo.
D.-¿Por qué Dios mandó- a los Judíos
celebra.ir·el Sá–
bado y no otro día?
M.-Por dos razones: Pirimero, en el Sábado Dios Padre
fundó y perfeccionó todo este mundo que vemos, por lo que
m8Jndó celebrar este día ·en que tan gtan benefücio nos prodi- :
gó, con lo que de paso ponía de relieve el e:r<ror de aJgunos fi–
lósofos que propugnan no haber tenido este mundo principio
71 8