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entonces haré cuanto esté en mi mano por la salvación de tu
s.lma, que vale
y
merece incomparablemente más que toda tu
hacienda, puesto que si pierdes tu alma ¿de qué te servirán
todas las demás co,sas
?
"Entonces los dos mercaderes cum-
plieron su promesa de enmendarse. Pero he aquí que el Dia–
blo, enemigo -encarnizado de
nu~ra
sa:lvación, habiéndose
empeñado en no dejar1es vender nada, [335] · antes por el
conitrario, en reducirlos a la miseria p'O'r todos los medios a
su aloa:nce, no dejó que nadie sre aceroaira a las tiendas de
nuestros dos cormerciMJ.bes, con lo que ,a:mbos queda.ron redu–
cidos a 1a mayor pobreza. Cuando se cumplió el día señala,do
por el confeso•r, ambos mercaderes lie dijeron que ellos habían
sufrido Uil'a gran merma en su hacienda
po~
no haber gana–
do nada, y que todo cbedecía a
~a
promesa empeñada con él
de no volver a jurar, menhr ni ma1decir. Entonces el confe–
sor , persona muy prudente, saliéndoles
al
pa:so, les habló en
estos térmi:nos: "Hijos y he;rmanos míos, no tengáiis temor,
[336] que esto es obra del diiablo nuestro enemigo. Pero te–
ned muy en cuenta que si es cierto que desde el momento
en que si:nceraimente iniciásteis vuestra cQJJlversión hacia el
Señor deorecieron las ganancias de vuestros negocios mate–
riales, no lo es menos que desde entonces también no habéis
sufirido merma alguna en vuestras almas. No juréis, pues,
ni engañéis, y yo os grurantizo que ya nota.iréis con el tiempo
la crecida, lo mismo en las haciendas que en las almas." Como
así prometieran hacerlo por a.mor de Dios, a,¡unque fuera a
costa de trabajos, sinsabores, privaciones y die la miJSma mi–
seria, [337] he aquí que el
Señ~,
compadecido, hizo que
muy en breve se vieran repuestos en su crédito
y
oen sus ne–
gocios. Lo que nos ensefia que para que cualqui•era de nuestro–
ª
untos marche con viento favorablie, la mejor medida es un
recto proceder a base de virtud y· veracidad y no de jura-
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