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ZACARIAS MONJE ORTIZ

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los sentimientos

y

nociones

ai~aráes

sobre la

Li–

bertad

y

la

Muerte~

-

Este era el adalid vascuense que recogió el

reto de Tupakj Katari. Reconozcamos que el jefe

aimará ·tuvo suerte en. este aspecto.

Por su lado, Julián Apasa, sacristán y panade–

ro,

er~

un politico de fuste. No sonriáis, vanidosos

lectores vendidos a-Ja vanidad y , suficienda eu:–

ropea ¿o es que solamente en la ultracivilizada

Europa en destrucción, puede aspirar

y

consigue

ser gran .caudillo francés un Pierre Laval, carni–

cero en sus mocedades

y

alumno de latín del cu–

ra de Chateldon, su pueblecito a,rrinconado?

Y aunque elíl. Europa o Africa, no se hubiese

dado , el tip'o de Tupakj Katari, éste seguirá va–

liendo para nosotros como un tipo de estadista,

que llegó a condu,_cir ochenta mil hombres de com- .

bate, trazó una ciudad sobre las alturas que do–

minaban la urbe que él

y

los suyos sitiaban,

y

ne–

goció con sus adversarios, epistolarmente, durante

la guerra misma, con astucia, arrogancia y alta–

gentileza. Ya, ya, ya... Sí; -hemos oído el argumen–

to opuesto otra vez a lo que opinamos d el Liber–

tador Tupakj Katari: ¡que este er.a un iletrado, sin

cultivo intelectual, universitario ni autodidáctico

siquiera,

y

que, en tales condiciones de francisca–

na pobreza cerebral, no puede ser tenido somo al–

to político aunque su biografía muestra puntos de

paridad con el nombre francés que paladeó, de

buen , grado, el trágico

y

sugestivo derrumbe de su

p,aís en la Batalla de Francia.

Conocemos

~1

decisivo valor que se le da al

ejercicio intelectual, según todas las escuelas pe–

dagógicas de Europa, ejercicio que en esta misma

América ha rendido millares de hombres pavos,