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SUCASUCA MALLCU
cencia a los paceños de nacimiento
y
de condición
patricia; és tos patricios todo perdonaban menos
la pasividad y gustosos secundaban los planes de
hombres activos, aunque fueren' además taimados.
Y el brigadier cayó en buen terreno. Venido de
una provincia norteña de España,
de territorio
montano, cielo siempre nubloso y aire
húmedo,
entró en una ciud a.,.d mucho más alta,
con rela-·
ción a l nivel del mar, que las propias montañas
va scónicas m ás elevadas . E n dicha ciudad de La
P az, se encontró con otra sorpresa,
y
es ésta la de
ofrece r
a,
sus n1 or ador es un cielo translúcido aun
e ri invierno,
y
con prefer encia, esto es lo rarísimo
e n el mundo, en la es tadón
~ ndi cada.
El Corregjdor vasco, en La Paz, sin ti ó.t que su
n1c.tabolismo reH¡ovaba el proceso que seguía en
SU'>
la res y se tmconh·ó muy bi en. Esta dócil .adap–
tación del español lacilitó sus urgentes tareas
y
Je p uso en condiciones de contagia r qeseos de ven–
cer medi ante la ex tensión de su d inámi ca a las es–
feras del chapeton a cl o
Y.
la chol ada .
En tal es circunsta ncias, Segurola pudo inclu–
s iv€ no desmayar en los dí as en que los revolucio–
n a r ios pt·acticaban fcir ados a batTe ta, de' noch e, en
los muros de ciertas casas de la períferi e urbana
de La P az, co n grave peligl'o d e q ue, en algún asal–
to bieu hecho, p osterior ,
esa ta rea les
f acilitara
vías de pene tración a partes vita lisim as' del control
m ilita r espa ñol. Es pos ible que dichas circuns tan–
cias hayan cons tituido, por in advertidas para los
h ombres de Ka ta ri,
y
por fa vo rabl es a la d f'fen–
sa ex itosa de La Paz, uno de los p untales
de la
g lori a de Segurola , el cual, q ui én sabe, si se habrá
d ado cuent a de
l o
qu e ocur rí a, p ues, a lma
y
vida,
.·e puso a opone rl e r esi s tencia tenaz , desesper nda