ZACARIAS MONJE ORTIZ
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en veces, al ímpetu de los temerarios que le traían
combate cuando les placía.
Tosudo
y
a la manera de sus compatriotas ha–
bía de haber nacido el Comandante · defensor de
La Paz, para no quererle d_ejar los laureles fina–
les a Katari. Este juicio se justific;;t · en vittud de
que los españoles dentro del pueblo rodeado eran
una· minoría ·verd:J,dera,
y
los demás sectores del
vecindario sólo ante el temor de caer confundidos
con los chapetones, aJ momento en que los revo–
lucionarios hubieran tomado la plaza, hacían de
mala gana el ·empeño de con tribuir al éxito de la
defensa. Segurola
y
los peninsulares como él, con
todos los justifricativ,0s posteriores, han estado en
condiciones de renunG-iar a la resistencia, debido
a lo cribada que debió ponérsel•es la :moral, pues
no era para merfos si se considera que los criollos
mi.smos eran en lo íntimo adversarios de los cha–
petones,
y
hay que ver que esos criollos constituían
la mejor base de buena aptitud para impedir que
tomen, a La Paz los revolucionarios.
Tesón
y
porfía arrogante frente al clamor de
liberación producido por huestes de honderos.
Lo primero encarnado por Segurola, lo segun-
do por el místico.
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·· ·
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Y así que así, el éxito fué dudoso, no obstan–
te que el planteamiento próximo anterior decide
por el triunfo del tesón
y
la porfía al más inexper–
to estratego, a primera vista.
La historia de la indepenrlización ·de América
cuenta con este choque de opresores
y
oprimidos.
·y
es justo que lo recobre en cuanto cabe.
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