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SUCASUCA MALLCU
to al va lor estratégico de ambos puntos altipláni-
1
cos.
Siempre con referencia al
terce1~
movimiento,
la Ven tilla, a cuatro leguas hacia el sud, último ba–
luarte o cabeza de puente de la defensa paceña,
guardada por el coronel don Antonio Pinedo, fue
perdida ,porque los sucasncas, en movimiento flan.–
queante, sohrepasaron al trote sus serranías hacia
las alturas de La Paz, a la que acabaron de cercar
hasta el 17 de mal'Zo, mediante el pronunciamien–
to a su f&vor d·e los indígenas de San Pedro y Acha–
ehicala, antiguas afueras de aquell a capital. El cer–
co formaliz ado evitó una ordenada entrada de
los españo1es, criollos y alguna tropa más de Sora- ,
ta, qti e a 'dli>a ·on al CJ1oqueyapu en desbandada
y sin su impedimenta vaJiosa de víveres.
C~rcada
La Paz, el ardor de la guerra cundió
a buena parte de Río Abajo
y
los Yungas; Zongo
y tod a la provincia de Los Andes, más la de Oma–
suyos, f ueron afectados por ·la r evolución, la mis-
' ma que trepó hacia las alturas d,e Larecaja y los
bajíos rie Mocomoco, Chuma, Ambaná, Suches, es–
te punto sobre ia frontera con el Perú, muy al nor-
te del lago Titicaca.
.
Desde luego, Sorata, que había sido abando–
nada a la fu erza por su' corregidor don Josef Pine–
do, coronel, tenía los dí as contados...
Por lo ligeramente expues to y que consta en
diversos h:_atados a nalistas sobre la materia, como
los de José María Camacho y Ordoñez__:Crespo, y
en el algo más que anales, libro de José Macedo–
nio Urquidi, "Historia de Boli via".
y
con ayuda de
un mapa, se verá que la revolución de Ayoayo cap–
tó . para sí el noete, oriente y sud de la gran zo–
na de influencia del Titicaca
y
los Andes Reales
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