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SUCASUCA MALLCU

que henws copiado de Aranzáes, son de elocuen–

tes que no es posible silenciar; tiemen engace con

la época de explotación colonial, en que los espa–

ñoles

y

todo europeo lo único que buscaba en Bo–

'livia era ·extraer materias primas

y

después de en–

.riquecerse abandonar la patria de su poderío, sin

dejad~

en pago

y

recuerdo más que su ingratitud

en la frontera,

y

en ultramar el descrédito, con

el fin de evitar llis corrientes de nuevos

y

mejo–

res indu'striales. Dentro de ese régimen ·económi–

co de precaria presencia industrialista

y

fuga de–

ducible de-la técnica·

y

del oro, una ciudad como

La Paz, es indudable que no podía adensar su po–

blación ni hacerse sede cultural ni grandiosa for–

taleza de la ·e ención americana, por milagro.

Las

cmT.i e)~ tes

económi cas de su tonificación,

claro es ·que fueron de influjo lento. Sólo· un pro–

digi o de pla ta piña

(pu~·a)

por millones de tone–

ladas, puede origina'J.· el levantarse de una grande–

za urbana, correspondiente, en cincuenta años des- ·

de el descubrimiento de la primera veta. Mas, por

lo lentos son y serán definitivos

1

- salva la relati–

vidad de lo Infinito,- el ensanche y poderío de

aquepa población del Choqueyapu; pues han en

sí grandeza y fuerza de ningún modo adventicias,

sino más bien resultantes de un proceso de reu–

nión de lo que brinda · la Naturaleza, por la geo–

grafía polifacética, y lo que rinde el esfuerzo de la

población montañesa, de la cual se puede decir

lo que los geógrafos dij eron de la noruega, "en los

Andes de Bolivia se formó

y

llega a la grandeza

la raza más activa y libre del mundo."

.

Así como hoy se siente en la aureola del llli–

mani, que La Paz tienta

y

hala hacia sí al mar

porque es su complemento, sin vuelta de hoja, en-