ZACARIAS MONJE
ORTIZ
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cas y Omasuyos, y se fué a lo mismo ·por las del
Río Abajo, para dirigir desde Collana y Cohoni,
al propio tiempo la
pacificació~
de Luribay, Si–
casica, Yaco,. Arac::J_ y otras zonas todavía convul–
sionadas. Habla el victorioso vasco de una de sus
últimas batidas a fracciones aun beligerantes de
los autóctonos que no pudieron capturar a La Paz,
desde el campo de Collan:¡1:
"En la
Apac~eta
(portillo) que toma el nombre de
él. se
habían reunido los rebeldes. como en número de doG a
tres
mil. dando a entender con sus acostumbrados gritos. toque de
cornetas,
y
descargas de algunos fusiles. su ánimo deliberado
de hacernos · frente: ahoyentados da aquel lugar, sin mó:s cau–
sa que la de endere:ar a él nuestra marcha. se hicieron fuer–
tes en los altos. que se medían con distar.c;a de media legua
da a quel paraje a este campo: puesto en ejecuciém , su desiq;
nio de o:endernos. logré atacarlos con una prontilud que no
esperaban:
y
puestos en uqa. l"'s seguí hasta gama el alto,
que de la banda de Mecapaca. domina este pueblo: en el ata–
que. avance
y
en dicho cerro se ha hecho crecida mortandad,
la más con arma blanca. conceptuando ascender5: su pérdida
al número de seiscientos entre hombres
y
mujeres: éstas. c-;,lo–
c:odas c:>n algunos indios en el último dicho cerro. tuvieron el
a :revimiento de apedreatnos casi a tiro da- fusíl..."
El adversario en jefe de los que cayeron en ,
aras de la
emancipación . d e nuestra América
("nues tra América", como lo hemos vi·sto mucho
antes, es un dicho expresado por Barros, en Tu–
cnmán, casi · un siglo atltes que otro , libertador,
Marti); el vencedor de , las hues tes
d ~
Katari, es
qui <> n supo de es te modo vivir la verflad.
i.
Cómo sería una movilización de varones y
hembras amet"icanas, a los ciento sesenta años de
aquella epopeya, a objeto de brindar calurosas re–
cepciones a los parácaidistas del cielo
y
a las tro–
p.'ls de desembarco de los cruceros de bolsillo? Se–
guramente, a.horrariamos las piedras.