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ZACARIAS MONJE ORTIZ
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perioridad
de
su raza sobre la americana,
y
vien–
do, con cristiano realismo que tiene dos mil años
y
no debe fenecer nunca, en los guerreros indíge–
nas a quienes exterminaba, no esclavos sino hom–
bres como él mismo, deja que hable su conscien–
cia
y
entrega a la historia de la Humanidad estos
conceptos:
"Se atacó el cerro.
y
aunque nos vimos sobre su cima por
tres veces. otras• tantas nos desalojaron los indios. porque pe–
leaban con• una desesperación imponderable: en esto acudió
alquna más qente. cc¡n la cual.
y
desmemb1a.ción que
ya
tenían
los indiof\. lomamos cuarta vez el cerro. en cuya acción dimos
fin
de más de cincuenta rebeldes que en él había. habiéndose
notado en los enemigos un espÍritu
y
pertinacia tan horrible,
que desde lueqo
pudie~a
servir de ejemplo a
la nación más
valiente: porque no obstante estar atravesados de balazo¿, los
unos sentados
y
lé)s otros tendidos. aun se defendían
y
nos
ofendían tirándonos muchas piedras."
El párrafo tomado cdrre&ponde a 'la primera
acción de armas que Segurola encabezó después
del pronunciamiento de Tupakj Katad en Ayo–
ayo, el 10 de marzo de 1.781,
y
que constituyó el
ataque a un cerro al cuarto de legua di stante del
cantón de Laja, que está a menos de una jornada
a pie al oeste de La Paz (pág. 14 dellibro .citado),
y obedeció a la necesidad de impedir que fa revo–
lución de aquel cundiera a los partidos de Viacha
y Pucarani, con peligro de la ciudad del lllima–
ni. Y viene otro:
•...y
con el
resto del
ejército marché por
los altos,
batiendo
el
camino de Carabuco, con
la
idea de reunirnos
ambas
divi–
siones en el paraje nombrado Cburiumani. Habríamos
camina–
do como una
legua,
cuando me dieron
aviso los
que
habían
ido
a
reconocer terreno por nuestra
izquierda,
de que en un
c:erro
elevado
y
reducido. a
la orilla
de
la laguna
(el
Titicaca),
,