ZACARIAS MONJE ORTIZ
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Real Audiencia de Chat:cas, que precisó sacar al
comandante de la plaza de La Paz, para continuar
la campaña contra los revolucionarios chayante–
ños.
En las faldas del Illimani, el montañes 'de las
Españas cantábricas, sintió otra influencia andi–
na, pero al fin
y
al cabo montañesca, cordillerana
también. Y aplicó su total convencimiento de que
actuaba no ya a base de probables avances o ex–
pa·nsiooes del enemigp ápostado en Puno, Tupakj
Amaru, ni del adversario de Chayanta, Toniás Ka–
tari, sino de uno a quien lo presentía al acecho de
su comandancia y con las ¡·eales ganas de enta–
blar una batall a en que ·se vaya vida por vida.
Este concepto de la situación en La Paz fué su
éxito inicial. Obró de acuerdo a él y contra el or–
den de cosas que a stl. llegada al Cboqlueyapu en–
contrara, pues aquí lo que se
ha~ía
prevenido pa–
ra el caso de guerra le pareció preparativo para
disolver una algarada de pendencieros
bebido~.
de donde resulta que hírió muchas susceptibilida–
de~>
y
arrufó algunas vanaglorias,
y
de lo _mismo
vino el
que
hasta el padre Aranzáes, afirme que
"supeditó" al bueno del Corregidor. Nó echare–
mos nuestra base en este trance si Segurola lleva
la contra
y
tiene 'un matador. Y lo dejemos jugar
así: "a fin de aprovechar el tiempo
y
evitar a la
ciudad su última ruina, si las· inmediatas provin–
cias. se alzasen, determiné,
atropellando
las con–
tradicciones y
oposiciones
que se me presentaron,.
fortificarla para su defensa." Algo más aun; de–
clara que no había en La Paz, más de cien fusiles
y esos todavía de mala calidad "y manifestándose •
muy pocas escopetas de pa_rticulares."