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. 70 '

SUCASUOA MALLCU

'

-

zos, de buenas a primeras pasaba

a

corregir,

pues

. que su Córregidor .era por mandato del Virrey don

Pedro Zeballos y orden del señor duque de Alba.

• Desde la villa, palla (princesa) del h·icéfalo

lllampu, al saber de la campaña de Tomás Kata–

ri y de los Corregidores degollados al oeste del Ti–

ticaca, por disposiciones del nuevo Virrey del Ba–

jo Perú, señor Joseph Gabriel Tupakj Amaru, Se–

gurola, cuyo gentilicio ante los suce.sos en marcha

. se justificó buenamente, una de las primeras co–

sas que hizo fué poner precio a la testa del dicho

Virrey revolucionario, o sea que ofreció por ·ella

doce mil pesos. Esto, aunque era problemático co–

mo caso de llegar a comp:rarle esa cabeza a nadie,

por lo menos le dió cierta tranquilidad básica al

ayudante · mayor de infantería del Rey, para eje–

cutar numerosas medidas de precaución contra

posibles amagos de los aimf}ráes circunvecinos de

Umasuyu s

y

Collawayus que, no había duda, esta–

ban a punto de C'Sl:J llar

y

mondar entre otras su

cabeza.

Segurola no miró pm· su sola scr :1ridad sino

por la de las gentes mestizas y

europ~as

de las

provincias

amagad~s

o por plegarse a la rey

o)

u–

ción, inclusive la de _los paukgarcollas; y el celo

y previsiones del .¡nismo, más tarde, fueron justa–

mente la causa de que tales gentíos, una vez reu–

nidos en la villa de Sorata, y habiendo dejado el

cm,go su convocador, perdieran por degollamiento

h1

vida.

Salió de Sorata don Sebastián, después de ha–

ber preparado la defensa de este pueblo al que

lo había dotado de apreciable arsenal, servicio de

intendencia y abastecimiento de tropa y elemen–

to civil, por orpen del presidente regente de la