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SUCASUOA MALLCU
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zos, de buenas a primeras pasaba
a
corregir,
pues
. que su Córregidor .era por mandato del Virrey don
Pedro Zeballos y orden del señor duque de Alba.
• Desde la villa, palla (princesa) del h·icéfalo
lllampu, al saber de la campaña de Tomás Kata–
ri y de los Corregidores degollados al oeste del Ti–
ticaca, por disposiciones del nuevo Virrey del Ba–
jo Perú, señor Joseph Gabriel Tupakj Amaru, Se–
gurola, cuyo gentilicio ante los suce.sos en marcha
. se justificó buenamente, una de las primeras co–
sas que hizo fué poner precio a la testa del dicho
Virrey revolucionario, o sea que ofreció por ·ella
doce mil pesos. Esto, aunque era problemático co–
mo caso de llegar a comp:rarle esa cabeza a nadie,
por lo menos le dió cierta tranquilidad básica al
ayudante · mayor de infantería del Rey, para eje–
cutar numerosas medidas de precaución contra
posibles amagos de los aimf}ráes circunvecinos de
Umasuyu s
y
Collawayus que, no había duda, esta–
ban a punto de C'Sl:J llar
y
mondar entre otras su
cabeza.
Segurola no miró pm· su sola scr :1ridad sino
por la de las gentes mestizas y
europ~as
de las
provincias
amagad~s
o por plegarse a la rey
o)
u–
ción, inclusive la de _los paukgarcollas; y el celo
y previsiones del .¡nismo, más tarde, fueron justa–
mente la causa de que tales gentíos, una vez reu–
nidos en la villa de Sorata, y habiendo dejado el
cm,go su convocador, perdieran por degollamiento
h1
vida.
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Salió de Sorata don Sebastián, después de ha–
ber preparado la defensa de este pueblo al que
lo había dotado de apreciable arsenal, servicio de
intendencia y abastecimiento de tropa y elemen–
to civil, por orpen del presidente regente de la