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SUCASUCA MALLCU
que era también de sangre cobrada según los atro–
ces principios sobrepasados ele la ley del Talión.
Se
puede afirmar que, a su tiempo, en cuatro quin–
tas partes del departan!ento a'Ctual de La Paz, se
dejó de s·embra r en 1.781, y no se asechó en 1782.
Estancias enteras, de conocida riqueza ganadera,'
bien aperadas de ·acuerdo a la <'-poca, cayemn en
desolaciqn
y
despoblan¡iento. Pasarían de veinte
mil
indígenas que tomando el c-amino garantiza–
do de la proscripción voluntaria, se i'nternaron a
los bosques del otro lado del lllampu v de más al
.
1
¡•
oriente y norte de
Jo~
confines de ). ungas, para
r
tornar al estado de Naturaleza dentro de las tri–
bus nóm.ades del trópi co boliviano, que hoy
1 lS–
mo no repre·e1 ah nada para la nac'onalidad.
Esto no va a l1wno de pajas.
Y
si no véase el
siguiente d a to completamente pt' imicia l,
ex traído
de las
lectt~ras
de lo · informes of.iciales relativos
a la expedición segunda de las t'f'feridas. El núme–
ro exacto de víctimas que se causó a los revolucio–
lnarios "paeificados", alcanza a mil cuatrocientos
veinticinco 'muertos,
Y· de
parte d e
los españo es,
es ta clase mi.sma de bajas sumó tan só lo catorce
mu rlos.:.
y
cincu enta
y
cu
atro haju:-;
de
heridos.
Nada dícese
ele
los heridos
aynrani.es,
y
aunque no
hayan estado las cifras e n
relacion deHno
a cinco,
tal con1o lo es tán en
las
baj as espaiíolnG, ponga–
mos solamentp nn tripl e de h('ridos ilf'ldigcnns p or
'
cad a muerto, tendrí amos la
cifra
le
nw
r
mi l
trescien tos se tenta v cinco
h e ri do~;
o itl\úlidos.
~n
tota l, c inco Jllil
ocltc)cicnta.
bajas
aimarúcs,
contra
sesen la
y
ocho d
los blanquillos, rcpetinw <>,
Ct l"l-
. fc:;ndas por los vcncedor<'s
cur·c' p
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y
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~nth· ils
scílo
a,
Jos
castigos sufridos por los na
1'
vos de Hio