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SUCAS~CA
MALLCU
.;
seres telú¡ icos, regnícolas,
y
hoy se tiende a que
el aborigen minero alte.rne su vida de tal con la de
agricultor, de modo que la pn >:! umoconiosis, la tu–
berculo~s,
y
otras
enfermed9.rles
profesionales
sean contrarrestadas con ese siste1úa de 'compen–
saciones.
La Mita, siendo así de terrihle, no era el úni–
co mal económico
y
social derivado de la donlina-
' ción española en esta parte y otras de la América,
porque el trabajo forzado también era uu sistema
civilizador de los
p en~nsularcs,
en las granjas
y
cortijos, que cons tituí an la típka encomienda, pro–
piedad olürga<tla po'r el .rey desaoriocedor de los le–
gítimos du
ño~
por derecho 1nmemorial, y como
si se !ratas
e li:FlJnpos
res nullíus .:
la encomienda
no se olo1·gaba gta luilamente en lo
que
loya a las
tierras, si no que también quedaban adh «$ridos a
la gracia del mm arca conquis tado r los habitantes
de aquella ·, así que un encomend ero
era dueño
de cinco o diez leg uas de ti erras, a lo ancho
y
a lo
largo,
y
de quinientos o trescientos indígenas sus
tradicionales pobladores . \ en estas encomiendas
la vid a los
b~enes person al~s,
la mujer
y
los hi jós
del agricultor americano eran propiedad absoluta
del chapelóe .' Ha de' se.r dif.icil I]Ue se dé un caso
más agudo de esdavismo en la historia de la hu–
ma11idad, nada menos que en pleno ti empo del cul–
tural Renacimiento européo.
La revolución de Katari, tiene es ta otra
ex–
plicación que asimismo importa otro duelo.
Además, ' la ingenuidad religiosa de los ame–
ricanos de 1.492
y
del 1.500, fué amenguado, de
manera que de los mensajeros del pasado ameri–
cano, inencontrados eq la persona de los com¡uis–
tadores, ellos, los conquistados, sabían que volve-