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SUCASUCA

MAU.CU

templos andinos- -de los brillantes amautas aima–

ráes. No podemos incurrir en una exitación incon–

trolada, por mucho que el sentimiento de simpa–

·tía hacia este verazmente precursor de la emanci-

pación americana, quiere dictarnos unos párrafos

de los mejores que pudiera trazar esta pluma que

escribe

gratis el amore

en loor rle un indígena bo–

liviano, ciento sesenta años ya sin sepulcro

y

sin

flor en hon'tenaje a su memoria; esta pluma que

todo el oro del mundo no podrá fletar jamás con–

tra los principios de la libertad individuar

y

na–

cional, por las cuales cayó el gran señor aimará

don Julián Apasa, antes que vivir bajo las manos

de dictador europeo, de rey de ultramar; de nin- -

gún amo

n~

de sátrapa alguno.

Pero, como ya dijimos, Tupakj Katari fué un

·inspirado que no llegó a cultivar sus ·capacidades

latentes. SL padre -sacristán, o su maestro, párroco_

español, eraT,l pobres seres dest.ituídos de

luc~s

y

carentes de rumbos, y nunca pudieron, por tanto,

lograr que las potencias luminosas que atesoraba

ese corazón andino refulgieran una vez nítida

y

totalmente. Sus radiaciones llegaban a la raza es–

clava y esquilmada, no por el mensaje del pastor

de almas al oído · de los humildes con hambre

y

sed de justicia; la

nlleva,

los encargos del espíri–

tu del Sol substancial,

~penas

si estimularon el he–

roísmo de aquella multitud postrada sobre la Tie–

rra

y

debajo de la TiPrra, en forma de incitacio–

nes a la revolución precedidas del son de pututu y

redoble agitador de la!} wanltgaras (atabales).

El ideal quedaba dentro del pecho del héroe,

sin posibilidades .de 1.11ayores conc.reciones felices

en lo emotivo y lo material.. Era un prisionero ese

chi spazo de claridades dentro de la individnali-