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ZACARIAS MONJE ORTIZ

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capturat· a una señora, porque ellos eran incapaces

de darle batalla y rendirlo. Que el Libertador, en

persona, les era codiciada presa, no hay que pre.:.

guntarse mucho; que los indígenas del Alto, al

conocer la derrota de su jefe en

h.

Ventilla, o 'en

Sicasica, ,donde sea, hayan entregado a la esposa,

n o siendo verdad que a cambio de

perdón ,

que di–

ce Segurola, a cambio de nada, diremos nosotros;

no es menos evidente que los sitiados trabajaron

constantemente por agarrarlo, por cualquier lado

y manera, a este jefe que se . les escurría cada día

de entre los dedos, y si en e l Alto, Ignacio Flores

recibió una mujer en rehenes, nun ca será debido

a la espontá,nea hechura de los aimaráes, sino por–

que el désp ta, ué aconsejado por los clérigos y

chapetones prisioneros de Katari, que -le soplaron

el ardid de otorgar las paces a los ..¡ue se rendían,

pew a base de-la llbertad de

1a

Virüeyna, ya que

l a del Virrey era cosa muy seria.

/

Caballero Katari, héroe del romancero ameri–

cano, con su esposa capturada durante la cerca–

dura d e. la propia ciudad donde se la tenían pren–

dida. Los españoles se cubrieron con el cuerpo de·

la Vir;reyna. Esto es claro y sin v ueltas, y revela

que la estrategia era bárbara en el siglo XVII, co–

mo ahora.

Caballero Tupakj Katari, señ0r de la fideli –

dad, honra a su mujer desde los

ca~1pos

en que

hace danzar. a los suyos sobre sus mas caros sen–

timientos tendidos como alfombra; y donde él,

aparentemente libre, es más esclavo que nunca.

Su homenaj e, su cortesía llega adentro de los re–

ductos

pacefí.os

y

r e uena como bofetada

de~afian­

te a las mejillas de los chapetones caza muJeres o