ZACARIAS MONJE ORTIZ
151
marido
y
mujer solamente, adquiere l'a t·epercu–
sión de una desdicha nacional. Porque los revo–
lucionarios, entonces
y
hoy, miraron y miran la
vida de hogar oon depurados conceptos,
y
así co–
mo echan sobre la testa de la mujer casquivana
todo el peso de sus reprobaciones sociales, así tam–
bién miran mal al hombre que se deja arrebatar
a su mujer, sea ésta legítima o simple manceba.
Anotamos esto con dobl e intención, pues vale pa-
. ra entertder el conflicto de Tupald Katari, ante la
cautividad de su esposa,
c~mo
p ru:a el rechazo de
la idea que se forma el caciqui<>mo contra la mo–
ral privada de los indígenas, la que paede tener
fallas y de
la~
grandes, pero, en conjunto, aun con–
serva, a pesar del arrastrarse secular de toda la
. raza pura de Améu"ca, relnn1bre de pureza)
Sensible hasta_la desesperación . el aymará sa–
be por .el ]>eso de .su desdicha :wolWca
y
social có–
mo puede ser fondeado · un sentimiento
y
hacer
que el individuo parezca como quieto y tranquilo.
Mimetiza su semblante con la serenidad material
de la roca de sus montañas
y
llama a perfecto en–
gaño sobre el proceso de sus reacciones íntimas,
en estado normal; para qué hrrblar nada enton–
ces de cuando se halla bajo la influencia de los a1-
cohóles., puesto que en esta situación se entrega ín–
tegro: clama, pregunta, recrimina; se enfurece
y
puede llegar al crimen bien pronto; y siempre,
siempre, siempre, alcoholizado, sufre hacia afuera
y por e'sta causa gimé; materialmente, llora. El
ai–
mará es un ser estoico, por lograda evolución ra–
cial que alcanzaron los pueblos desaparecidos del
engranaje sociológico americano, y por secreto de
su defensa pasiva ante sus conquistadores euro–
peos,
y
solamente e l aciago gas alcohólico metido
•