ZACARIAS MONJE ORTIZ
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lían a destajo; graneaba el fuego 'de los pedreros,
de los fusiles
y
las escopetas, sin interrupciones
sino es a las altas horas ·de la noche, en que !oh,
comodidades de l as guerras de otros siglos! ambos
bandos concertaban un armisticio tácito a fin de
no desvelarse con exceso. El hecho anotado y la
conciencia formada por Segurola. de que el sitio
habíase agudizado mediante l a pJleseneia de ma–
yor número de combatientes en ·agosto, es sugeren–
te, y lo que nos sugiere es esto:
El
fracaso de las
negociaciones del 10 de julio, después de una con–
siguiente repercusión ingrata en el ánimo del Li–
b er tador, habrá conseguido, por medio de los á uli–
cos, que no tenían el problema, o el síndrome al
ínenos, de una e isis efectiva,
y
podían por tan to
influir en
st~
jefe para que éste no cayera en la
d esesp eración
y
reaccionario.
S.uspendiéronse '
las tentativas d
armisticio
y
los sitiadores reim–
pusie,ron día a dí a las condiciones de
luch ~,
man–
tención de la iniciativa por medio.
Y llegamos al día 24 de agosto. sol de san Bar–
tolomé, aniversario de las mat::tnzqs de protes tan–
tes a la sombra de la noche en la civilización y cul–
ta Paris. Y día también del onomástico de la Vi–
rreyna. Segurola, que estaría con el santoral en la
mano, ano tó en su Diario lo que sigue:
"En este c!:a bajaron del alto de la Puna...
y
se repartieron
por los alrededores de la parte de S. Pedro hasta S. Sebast)im.
divirtiéndo3e
en
muchos .
bailes
y
armando bastante algazara"...
Después indica que, de l!na chaca rilla
de–
trás d e la huerta de los franciscanos, que no debió
ser otra que la villa conocida por
el nombre de.
la Tercera Orden (esquina Sagárnaga y Mm·illo),
dispar·aron muchos tiros de fusíl algunos jinetes