146
SUCASUCA
MALLCU
.de
f~aqueza
y muestra a las claras que se hallaba,
más pien, a lo que
I>US
adversarios quisiesen im–
ponerle a cambio de rescatar a su Bartolina. Los
chapetones, qué lejos estaban <le ponerse al mis–
mo nivel emotivo que el Virrey traicionado por
sus íntinws desvelos; no dieron brazo a torcer y
.recha~an;m
de plano toda ilusión de bajar las ar-
mas s1qmera.
.
Nada dice la Historia, jamás lo -dirá tampoco,
de lo que Tupakj Katari pensaría al ver claro su
' ademán de sometimiento
virtua~
a la voluntad del
sitiado, que en un día le rechazaba tres incitacio–
nes pacifistas. En los adentros d-e aquella perso–
.sonalidad lo saturniano ganaba campo y las eufo–
ri-as de aye1,·, la emoción del imperio, del mando
y
del boato corte&ano se esfumahan. Y mientras
estarí a don Julián en los afrontes del revés de su
fortuna, al caer de aquel sGl in!!!resaba a La Paz,
el presbítero Julián Bustillos,
e~'<cura
de ·Pucara–
ni, que de haber dejado la campaña de los revo–
lucionarios se pasaba al bando español, junto con
varios nativos de aquella parroqui a ; entregó .a :los
chapetones doce mil pesos en diner·o,
piécisie~e
·pe–
tacas. regulares henchidas de alhajas
y
metal pre–
cioso,
y
una petaquilla con plata labrarla
y
ves–
tuario. Este boiín · era parte del caudal
y
efectos
,Personal es del mismo don
J~1li:ín
Apasa, que, antes
de la derrota sufrida por és te a numos de Ignacio
_Flores, se le había en tregado en depósito o custo–
dja. Y en vez de llevarlo a Pucarani lo bajó a La •
!>·az. La ·derrota de Tupakj Katari. del
10
de ·julio
'de
1781,
se completaba en esta
fm~ma.
·
No obstante, en los días
y
SPIU.anas subsiguien–
tes continuó la disposici ón del ejército sitiador por
}a captura de la ciudad. Los combates
y
asaltos sa-