ZACARIAS MONJE ORTIZ
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como depósito en un pueblecito ta], le hemos asig–
nado su párrafo aparte.
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La ruina de Sorata significó, además, una gra–
visirna lesión para la economía general del país
entero, de suyo despoblado en sus inmensos cam–
pos, y carente de núcleos demográficos que vita–
licen d esde sus correspondientes
sedes
urbanas
la producción, el comercio y las industrias. Ruina
y
todo, los revolucionarios respondían a la resis–
tencia que ha1laban con hechos perfectamente jus–
tificables en la guerra,
y
al arrasnr esa localidad
tan cata, tan estimada por los paceños de todos los
tiempos, si bien sacrificaron lo .ql1e ellos mismos
no quisieron, y prueba de lo dicho son las tres em–
baj auas que enviaron para negoc.iar la rendición
pacífica de los sorateños; al consumar la trage–
dia eran conscientes de que asestaban un golpe en
el costado de la Conquista, que debía
adquirir
cuan tiosa significación polítiya, favorable a la Li-
bertad de América.
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Como que la derrota de Tupaki Katari si bien
dió al traste, momentáneo, de todas maneras, con
el ideal_libertacio, trajo a la zaga el recuerdo in–
cómodo de una Sorata derruida. Para los españo–
les el sojuzgamiento de los kataris fué un triun–
fo, con trabajo obtenido a pesar de todas las su–
perioridades de técnica y material bélicos; fué un
laurel _que no alegró a los laureados porque 'lo de
Sorata les dió bastante zangarriana ..
Como detalle que nos confirma en opiniones
anteriores, se nos hace imperioso que resalte el he-