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STJCASUCA MALLCU
de la Libertad coptinental, que acuotaron los ai..
maráes laricaxas, gente de cordillera, de medxo
valle
y
de vall e en tero, que al igu:1l que sus con–
géneres altipl ánicos siguieron los pendones aje:–
drezados de la nación aimará, dut'ña y señora de
la
hoy~
del Titicaca has ta el mar del poniente;
nación que en 1.781 , por el pronunciamiento de los
kat aris simbológicos, ofreció a la América y a
la posteri dad , el fenómeno redondeado y cabal de
su unitarismo, que as ume el grado de apretadísi–
ma compactibilidad a semejanza
de la roca
de
sus cordilleras venerables. Sor ata. es cierto, cayó
al paso del vencedor libertario,
y
para renacer fué
preciso
que resucitase
bajo úuevos
cimientos,
abiel"tos sobre un altozano inferiol' en
altura
al
que !'Os tuvo a la primitiva vi ll oría. Reconstituida
la población ton los deudos de lo caí dos que ha–
bían es tado lejos de la hecatombe,
y
con nuevos
el emen tos
d emogi~áficos,
ya no recobró su antiguo
valimento, ni cuando las épocas de la
bdnanza
del caucho boli viano, aunque por esa misma causa
retomara fuer te importancia económica y llegó a
ser por
1.905
a
1910,
una plaza exportadora e im–
portadora con operaciones direc tas.
*
Cuando en La Paz se supo el d esas tre de So-·
rata, hubo c.onsternaciones,
y
el ardimiento de los
p rincipales# de la defensa lfegó a la algidez, por–
que desde el punto de vista de la españolería, el
pueblo q ue castigaron en el grado que sabemos
los r evolucionarios del Oeste, a l mando del cuarto
Ka tari de esos
ti empos,
significa un
baluarte,