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SUCASUCA MALLCU
cordó con pésimos ammos porque, desde mar–
zo de 1.781 , se había dedicado al acaparamiento
de alimentos y a especular judaicamente con ellos
en los días de fuerte carestía; a su vez, el agiotis–
ta fué víctim.a del hambre, tambi én, y parece que
co:rreluyó muy mal, harapiento, bajo el peso de la
reprobación colectiva.
Ahora bien: Sorata, en cuanto fué dejada por
su Corregidor Segurola y OlidE'n, pasó a la cate–
goría de plaza al alcance de nn fuerte ejército re–
volucionario. Por ello es que se vió obligado a sa–
lirse hacia La Paz, algún cor¡egidor subsiguien–
te,
y
el vecindario a vivir en zozobra cons tante. En
cuanto al sWo mismo de Sorata, es necesario re–
mi tirio al le tor al apasionan te informe evacua–
dr¡ por el cura doctor don Eustaquio Caravedo,
pár roco de la doctrina de Wilaque, provincia del
Cuzco, que
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uyó de los rigores de la revolución de
José Gabriel Tupakj Amaru
y
entró en Sorata an–
tes del sitio, es decjr horas antes (o sea el día 1Q ·
de abril de 1.781) de que cua tro,...a cinco mil indios·
rodearon el pueblo, por espacio de dos
emanas,
aparentemen te si n es tar some tidos a un jefe visi–
bl e. Al fallar agua al pueblo, un pa tri cio. D. Ma–
nuel Astur izaga, teniente, vecino de Ambaná, hi–
zo una sa lida con reclutas sora teños y de más a–
dentro,
y
logró castigar a los sitiadores li brando de
riesgo al pueblo por espacio de veinte días. Los
sorateños se durmieron sobre estos laureles y no
se cuidaron de hacer un siquierfl regular acopio de
víveres
y
de tomar precauciones
relativas
a su
abas tecimi en to de agua. El hecho es que los sitia–
dores, una vez que
tomarOI~
por jefe a Andrés Tu–
pakj Amaru, según unos sobrino
y
según
otros
usurpador del apellido del revolucionario de Tun-
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