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ZACARIAS MONJE ORTIZ

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a dejar posiciones muy estratégicas desde las cua-

les pudo manteneT roto el cerco, trajo las consi–

guientes nuevas ventajas para los sitiadores, quie–

nes dejando abierta la teór ica brecha, permitían

que mujeres y hombres, éstos de fila inclusive,

arribaseú hasta el distante campamento de Flo–

res, hacia el sur del Alto aquel,

y

se aprovisiona–

sen apresuradamente para retornar a La Paz,

y

a su regreso era que saliendo de las barranquillas

de la cuesta, asaltaban a los abastecedores y abas–

tecidos, los mataban en combate o los cautivaban.

·

Persistía pues la guerra de recursos a fin de

que La Paz se rindiese ·d e una vez, a pesar del

auxilio que acababa de recibir en vitualla.

No habrá sido, además, puro impresionarse

desfavorablemente con la arremetida de Flores,

· para los revolucionarios. Es bastante lógi c;:o ima–

ginar que éstos se hvbiesea ]>Uesto en contacto

con los au:x.iliadores, en especia.l con los de la

clase de Lrop a que esta.ban para poco y eran indi–

viduos mestizos en un noventa y nueve. por cien–

to, cholada cochabambina. Del trato antedicho .

habrá nacido o renacido· el sen timi ento de soli–

daridad entre cholos e indígenas.

¿Acaso no habían mestizos paceños en la cor–

te del Virrey Tupakj Katari

r-

¿sería posible pen–

sa¡· que el padre Escóbar, <>abedor del cauti verio

de la valiente y traicionada doña Bartolina, no

hubiese hecho llegar, ya que no se habría acer–

cado él en persona, a los cochabambinos, suscin t as

explicaciones del sentido de la gran revolución ai–

mará, como para obtener alguna modificación

en s u conducta militar, ventajosa a las at:mas de

Tupakj Katari? A ese fin tuvieron los del bande–

ría de ....-}a independencia americana· tiempl),

me.:..

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