ZACARIAS MONJE ORTIZ
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tal punto la altura para ir hacia Jachchaumani y
debieron, una vez reunidos alH, atacar por reta–
guardia a Katari, que estaría tranquilo en sus lla–
nos inclinados de Pampjasi, mienh·as por Urujara
otras fuerzas le rodearían tambi én a fin de cor–
tarle la retirada hacia la apacheta de Pongo, en
tanto que la comandada por, Flores y Segurola ha–
ría el ataque frontal. Los atacantes vol ieron ese
día con 1as cajas destempladas, porque los cocha–
bambinos de Ayersa no fueron a Jachchaumani
y apenas evolucionaron como alta derecha de
Flores y muy a destiempo. Esta dem.ostración de
flojera fué seguida de las deserciones, como la del
26 de julio en que desapar·ecieron cien cocha.l)am–
binos.
Al 29 de julio, en que ocn pó l a \en till a, Flo–
r~s,
se reveló que
la
ciudad d e La Paz retornaba
a las penurias ae los meses an1eriores, ya que le
quedaban pocas municiones y subsistencias, por
lo cual Floees no se replegó hacia Onu·o, y más
bien aceptó el deshacerse de sus cochabambinos
devolviéndolos a sus pagos ' por Oruro
y
Yungas,
ya que, según Segurola y nadie más, éstos:
carga–
dos de ganado, dinero y ef ectos, que por todas par–
tes habian robado, ya que no querian
h etce r
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cosa, sino retirarse a sus ca.-ws, lo que iban prac–
ticandu a cada paso, desertándose en crecidas
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as ...
Por su parte los r·evolucionarios seguían con
la intercepción del abastecimiento de La Paz, des–
de la Ventilla, al asalto de equipajes
y
convoyes
aún de los bien escoltados. .
Y
los cochabambinos
se negaron a ir rumbo a Onu·o para pedir que se
apurasen en venir a La . Paz los tucumanos. Al 4
de agosto, los indisciplinados d eja ron in clusi ve de