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ZACARIAS MONJE ORTIZ

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de aislamiento; hasta el contacto con las Españas

era nada más que los correos q ue iban

y

venían,

tardando en regresar, a estos territorios, por ejem–

plo, tres meses, p a ra trácr mercaderías del des–

hecho de la produccióq europea, y no p recisamen–

te española, más el despa(:'ho firm a do de la admi–

nistración madrileña des tinado a la .,(\udiencia de

Charcas, rara vez para las gobernaciones e inten·

dencias en forma d irecta. Nuestro a is lamiento

fué la fuerza mo tri z de un a <; uerte de polí tica au–

tárquica que opresores

y

oprimidos siguieron con

éxito bastante remar cable, contándose pam el

efecto conque los españoles, con las excepciones

de r igor, eran gente que no lilacía m uch a ni poca

cuestión contd1 la

~,r · sis

de

confort,

q u e exp erimen–

taba !a sociedad americana. Prontas

y

ansiosas

de ausen cia, esas gen tes cerraban los ojos a las

m ayores privaciones y procuraban ganar oro

'y

tiempo. Tiempo

y

oro, a toda costa; inclusive a la

de los más elem en t a les con<:<eptos del decoro hu–

mano. AJ fin y al cabo eran <;Ó lo estantes e-n cada

región colonial; su situación , Ja d e hombres ac:

tivos en mis ión de sacrificio para obtene•· en su

p ersonal provecho el retiro r egalón en algún pun–

to de Europa, al final del curso d e unos cuan-

tos a ños. -

1

Durante su actividad en América aislada',

Ios europeos, no obstante, pot· acción de los me–

nos zotes d e entre ellos, no se conformaban a la

falla de algunos elementos indisp en sables para

asegurar su mal vivir durante su trall,.sitoria per–

manencia en las Colonias. La precisión de obte–

nerlos cuántas veces con imperiosa necesidad,

por razón de vida o muerte, aguzóles el ingenio

de modo .que lograban producir lo que extraña·-