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SUCASUCA MALLCU
gilli, Caiconi, Urujara, Jamppaturi, Irpawi y Ca–
lacoto, significaban en tales meses del asedio un
cinturón humaho, grueso, hormigueante, rodean–
do un área más extensa que las de Londres y Pa–
rís juntas, y en posición dominante que era lo
peor para los españoles.
De su parte, los revolucionarios de l a Liber–
tad, tenían para sí, sin
nec~sidad
de requisicio–
nes ni empréstitos fozosos, es decir, ni más ni
menos
q~1e
si ellos hubiesen estado comprometi–
dos en una campaña militar a su manera, de unos
trescientos o cuatroscientos años atrás, tenían, de·
cimos, un servicio de etapas rápido y esmerado.
En el periodo de 1.932 a 1.93,.., como en el de 1.879
a 1.880, BoUvia reeditó este <sis tema, con gran éxi–
to , en cuanto al afronte del gasto en oro pnra
~os t ener
las cm-respondientes guerras en dc ·fensa
de su soberm1ía.
La raza toda hizo el servi cio de e tavas e in–
tend enc. 'ls .
Qt
e
h~Joín n
sido el maíz, las pata–
tas frescas o
con scrv.:.d a~,
la -; lwbas
y
porotos
~ ·cos; el charqui, la carne fresca
y
Jas frutas
y
le–
gumbre , el todo de su yan tar, es cier!'l ; per•) ··sa
alimentación comprueba la frugalidad del il om–
bre
~mericano
apto hasta hoy para la
gth~ i.T <l
de
f'.acrifirio.
Tiempo de hambruna
y
todo , el ej érci to de
l a dignidad señoreó, dominó
y
venció en este as–
pt:cto de la contienda.
Tan importante circuns tancia llama a espe–
ciales meditaciones, una de las cuales toca la vi–
da económica de las Américas en tales épocas.
Nues tros paí ses, por acción de la política del mo–
nopolio a favor de la Metrópoli, en cuanto a la in–
dustria y al comercio, evolucionaban a un plano