Previous Page  120 / 216 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 120 / 216 Next Page
Page Background

116

SUCASUCA M'ALLCU

tiros eran intencionalmente altos para que no cau–

sen daño a los defensores de dicha ciudad ,es co–

s,a que no es de admitida con la misma llaneza

que se lo creyeron tal vez los de Segurola. Ni

que

hubiesen sido del alcance de los sesegta y cinco

milímetros, y aunque ambos bandos háyanse si–

tuado en campo de lucha del todo llano. Los aima–

raés controlaban su tiro desde los mejores pun–

tos de observación que puedan pedirse, cuales eran

todas las alturas que rodean a La Paz, en arco,

mayores y menores, más o menos alejadas del

perímetro de la población referida.

La superior' dad efectiva, indiscutible y que

decidió la L1e1rte de l a batalla, fué la de tener los

iberos fusiles. Por aquellos tiempos, el fusil

de

c!J;spa era como si ahora Bolivia pudiera tener

divisiones 1necanizadas. El fiusil de chispa era, pa–

t·a los nativos, una maravilla insospechada, en el

mismo grado que los arcab uces y mosquetes pa–

ra los an tecesores suyos del ti empo de Francisco

Pizarro . Cada rifle chispe ro valía por cien hon–

deros, así como en el Chaco una sección de ocho

ams. pes.

(1)

equivalía a un regimiento de mil

hombres armados d e carabinas mauser.

Llevaban en la caja, al extremo interior rrel

caño, mucho más corto que el d el rifle actual, una

llave que siendo móvil contaba con un pié de ga–

to en el q ue se fijaba el pedern al; al percutirse es–

te pié, sobre o contra un ¡·astrillo, rayado, de ace–

ro, arrancaba chispa del perd erna!

y

corri unicá–

ba así fuego al cebo, el cual, inflamado, ocasiona-

(l)

Ametralladoras pesadas.

.

.