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SUCASUCA MALLCU
res eran oriuhdos de pueblecillos de alguna de las
tres provincias cantábricas.
No se puede negar que el vasco Segurola es–
tuvo por este lado contento.
Esto que decimos no lo hem'o1"
pue~to
en el
papel que simple gana de hacer cábalas, desde
que es universalmente sabido el hecho de que los
iberos, desde que se daban a la már. en Cadiz, Vi–
go o
Lisboa~
dejaban de ser españoles o portu–
gueses para sentir y obrar como hijos de su res–
~ectiva
tierruca; el r.e¡úonal' mo
los subdividía
se~ún
el nÓmero de regiones o zon51s, sino fué se–
gún las provincias en que se subdividía su patria
grande.
r~os
separaba hasta hacerles perdP-r la no–
ción de la unidad de idioma inclusive, de modo
que tocaban playas nme ·ica1 as
y
hacían un apor–
te pernicio_so a sus intereses nacionales, pues los
handerios Jlega an con ellos y enfrentados hasta
la muerte.
·
¡.Que nó? To.memos para resolver dudas una
1
sola ciudad del Coleniaje español enfocado en con–
junto dentro de
ti~rras
americanas. Así está: la in–
signe y hoy totatmen te urbe vicu ñn : Potosí. En es–
ta localidad, que fué por dos s ·Rlos al menos la
cabeza qe las poblaciones· instituidas por los con–
quis ~adores,
conio en ninguna otra, la guerra que
se dieron andaluces contra vascongados, o extre–
meños contra gallegos, hizo cosecha espantable de
vidas, honras y fortunas, tarea en la cual, ]os a–
mei'icanos crio1los y los 'me'3 tizos americanos, po–
nían lanza en ristre, enarbolaban divisas y milita–
b_an, según su maña política, en este o aquel par–
tido, con tal de que los chapetones se acabaran
más pronto.