ZACARIAS MONJE ORTIZ
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rico ep su .
~u_na
y :f..eliz también- de, sl;i sangre, du–
rante er Coloniaje, n1ejo):: todavía, en l;1 de(ensa
de la ciuaad de La
Paz~,
nó quisp ver el
he~ho
de
que luchaba contra · americanos, sino que
pe~eaba
por la vida y posibles de su ñogar materno. Y no
hay que pararse en chiquitas en
est.ospuntos de
nuestra labor: ese criollq, tipo trigueño, longuilí–
neo y esbelto, de natural díscolo y juguetón, con
cierta angalosidad en su fisonomía. y congénita–
mente preparado para señere'ar en .stt territ<nio,
sacó chispas' a su fusil y fué vencedox: en la lúgu-
bre ·y cmel .batalla de 'La Paz.
.
Segur0la, ha callado en
es.tamateria.
Segt,~rola, aunque
qui~o
guardar silencio sobre el heroís–
mo conmovedor de sus adversarios, no pudo y .
soltó los párrafos que· conocemos
y
de Jos , cuales
ya le rendimos nuestra gratitud; p&o en lo que le
tocaba decir de los criollos, ¡ay! Segur,ola se ca-
, lió
por bien seguro.
. No por su silencio hemos de .rayar esa actua–
ción de nuestro estudio. El factor combatiente
criollo, en la -hecatombe por la Libertad de Amé–
rica, resultante· del insurgimiento del hombre es–
clavizado, en actitud de petea, fué un arma, años
de años, magnífica en favor de los blanquillos, más
por las circuns.tancias que porque los criollos hu–
biesen sentido ni pizca de sim.patía -pot: ·la causa
de los realistas.
Acá no podemos incluir como factor favorable
a Segurola
y
su régimen, a los mestizos
y
autóc–
tonos qtie lucharon desde adentro de los reduc-
. tos
y
en las afueras de Kallampaya,
Munasiñpa.ta,
Putuputu, Quill\quilli o Pampjasi. Esto así que si,
no eníenclían más que una cosa: que había que .
dades un buen fregado a los chapetones,
y
que si