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SUCJ\.SUCA
MALLC~
tientes milenarios de sierra y cordillera, la infan–
tería de Sabaya pudo emplearse bien, en cuanto
al cumplimiento de las misiones que
reci~ían
los
· oficiales y jefes que la representaban, especial–
mente en las "salidas", sea en misión de patrullaje
o en descubiertas.
Como tercera ventaja de compensación .que
llevó Segurola sobre los ejércitos .altiplánicos ' de
nativos, debe figurar el temple educado de los
cri<;>llos que se hallaban, de buen o mal grado, bajo ,
sus banderas.
El criollo americano, desde que nació el 'pri–
mero en tierra conquistada de este .Continente
de la Libertad, sea su medio ·boliviano, yanqui o
filipino, evela en forma definitiva la influencia
de la tier a, tap_to como determinante de las ca–
racterísticas del
soma,
como. lo mismo en cuanto
al temple síquico. NosotFos podemos dar mayor
acento a estas convicciones en cuanto tpca ·a la
personalidad y al ego del criollo en Bolivia. Este
valor sociológico, todavía inédito porque sobre la
materia aún no está escrita la obra fundamental,
y esto sin desconocer los méritos del gran cate–
drático que tenemos en el asunto, el doctor don
Rober'to Zabapta, quien esmnó de los contados pre–
cursores de la Sociología antecolonial, que puede
·Ser consagrado con nuestra gratitud al
~ado
del
extinto Agustín Aspiazu
y
seguido de Paniel Sán–
chez Bustam.;mte y Rigoberto Paredes M.; este en–
te que llamamos criollo sólo por filiarlo en los pla–
:J?.OS de lo colectivo, siente
alegrí~
de ser america–
no y es el americano que mejor concep to formó, y
hace, de su particular nacionalidad. El criollo en
Bolivia es el más boliviano filosóficamente vista
la bolivi anidad . De manera que el criollo, eufó-'
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