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ZACARIAS MONJE ORTIZ
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ru, llegó siempre a reforzar el sitio , de I,.a Paz
con un buen número de revolucionarios.
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En relacióri a lo dicho, destacó fuerzas del se–
no de las pocas que il:enia, al mando del coronel
Josef Pineoo, qué, llegó a Sorata
y
los revoluciona–
rios de su contorno' le hicieron imposible una lar–
ga permanencia,
y
había tenido que volverse a La
Paz, que entonces ya estuvo tlel todo sitiada, y pa–
r a entrar en ella perdió las ochenta cargas de ví–
veres que traía, mucha gente
y
armas.
Mientras Pineda fué y retornó. Segurola con–
venció de q ue era necesaria más blata (sin metá–
fora), y la éonsiguió previa la veni a de los seña–
tes del Cabildó y Corregimiento. Y con este re–
fuerzo financiero compró víveres y víveres, de
dond~
más no podía,
y
a causa de este ·afán, Se–
guroH.t, retorna a decirnos que la escasez d f1 pro–
visiones de boca era grallde. Hay por ver que las
vías. de acceso a La Paz ·aún · estabañ ahiertas ...
y
que no es evidente que .Jos nativos desde éntonces
hubiesen. empézado a hostilizar al vecindario res–
pectivo con
ocultacione~
de sus productos, pues
la crisis de alimcnt0s era ya
c~mocidJa
por todos
en vil'tud de la falta' de lluvias que perjudicó la
cosecha en todo el país. A
van~
a f ebrero, pasa
y
en los primeros días de marzo el panorama se po–
ne tÓtrico. Segurola da un nuevo golpe previsor:
pi<;le refuerzos a las provincias
y
manda que con
'ellos se concentren en La Paz todos lo hombres
e:;pn.ñoles con poder
y
familias. Llegaron en efec–
to los corregidores de Sicasica y Coroe.oro, pero
arreados pot· los revolucionarios, el •segundo con
alguna españolería; y lo mismo, blanquillos de
Sud Yungas
y
Sicasica, en total unos trescientos
Yein te prófugos.
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