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lo que se ha gastado en la ' guerra del
Cha~o
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que han ganadQ los intermediarios de los fabri–
cantes y proveedores de armamentos, mtmiciones,
aviones, artículos de sanidad mi,litar,
'y
toda mer.:
cadería para el servicio de etapas, esto último a
cambio de tanto dinero que no impedía que los
combatiedtes •en las- trincheras se muriesen
de
hambre, como en el sitio de Katári los paceños,
aunque éstos - es cierto-
por mano del enemigo..
~
El hecho es que al tener guerra a la vista o
guerra
ad-portas,·
entonces los cuasi inefables blan–
quillos (confesamos: nos lo paladeamos al termi–
nucho), agarraban la plata de las arcas reales, y
realmente aruericanas, y con eso, a los pocos días
o semanas, cohtaban con cañones, municiones,
armas y abastecimientos.
Los
parques de Alipazaga, un civil, era
de
erre
q~e
descontentas.ena un militar y con grado
de Comandante en jefe. No se ha visto nada en
la vida como la suficiencia de los militares pues–
tos en un cargo, antes y después de una guerra, y
lo que es más recio, después de una guerra ·aun–
q.ue~a
h¡:tyan perdido. De todos modos son sufi–
ClP!ltes.
Justificado así el descontento de don
Sebas~
tián, éste no esperó que llegasen de Oruro el plo–
mo (
?) ,
el cobre (
?) ,
el estaño y la pólvora, pues
tenía, en vista de ·que Tupak.i Amaru, el quichua,
se había replegado a sus reales de Tungasuca, al
otro lado del Ti ticaca, "la espera'nza de poder ve–
rificar alguna expedición fuera", en virtud de lo
que "providenció la fábri éa rle' un competente nú–
mero de tiendas
y
ollas de campaña ..." Todo es–
to, así se •deduce al menos, <eon diez mil pesos de
saldo de la primera suma votada a la defensa