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SUCASUCA
MALLCU
los indígenas entraban a úa Paz, ellos tenían la
vía libre para plegarse al vencedor y compartir del
botín de cuohilla
y
bolsillo.
'
Basta con todo lo explicado acerca de las tro–
pas sitiadas.
*
*
El canon en aquellas circunstancias, natural–
mente, tomó la palabra ...
1
De ci.1alquier clase que haya sido, era un se-
ñor cañón el cañón pedrero. Pocos son los me–
morialistas
y
analis tas bolivia nos que han mencio–
nado el pedrero como arma d.e guerra y de arti–
llería. Estábamos acostumbrados a oir decir aue
los revolucionarios de la Independencia
y
aún los
de la era republicana, fundieron sus
cañones
an–
tes de tal o cual hecho de armas. Pero le debemos
a Segur ola, personalmente y de nuestra parte. la
inqu ietud de saber algo más respecto a la artille–
nía co tánea suya en Amét·ica, pues cuando leí–
mos su di ar io de campaña ya citado, háce años pe–
ro después de que habíamos egresado de las au–
l as universitarias, aquello de los cañones pedre-
/ ros nos sonó, primero, a
1
antigualla risible, siquie–
ra sonreible ; después, nos hi¡;o preocupación
y.,
al
fin de, cuentas, nos obligó a investigar.
Y
aquí r e–
petimos lo que aprendimos sumariamente, al r es–
pecto:
El caúón pedre t·o es un a nrma de
artil] ":!rj ::t
que hoy tiene equivalente en el mortero de trin–
cheras. SalJen los guerr eros del Chaco lo que es
un mortero de trincheras, pevo no porque hubie–
sen sido instruidos en su manejo antes de la
cam-