a la edad terciaria, por "la expresión de las sensaciones gustativas"
(1)
que se encuentran en la estructura de las palabras inequivocadamente
guaraníes. Habría nacido acaso como un hecho social. La presunción
de este valor lingüístico se afirma: 1<?), en la raíz que Bertoni da pa–
ra la palabra
karaí,
de
kari-na,
dice, igual a hij os nacidos de muje–
res pertenecientes a determinado pueblo sojuzgado y, 2<?) , en los cam–
bios fonéticos que se han encontrado entre el guaraní. el tupí
y
el ca-–
ribe, respectivamente.
Bertoni nos hace ver también que los
paranaih-guá,
los
chiri-
. guaná
y los
mbihá-mbaeveraguá
eran guaraníes puros Y que la ra–
dical de
tupí
sirve para indicar parentesco, equivalente a "tío pa–
terno". Para Coll en cambio, el guaraní de los españoles es el tupí de
los portugueses
c~nstituyendo,
a la vez aquel importante grupo étnico,
el punto de unidad entre caribes
y
aruacas.
Las relaciones de estas lenguas parecen definir aquellos elemen–
tos comunes. El guaraní, sin embargo, acusa cuatro variaciones fo –
néticas. Sobre todo el de
1640.
Ruíz de Montoya, guía de este ensayo,
les dá jerarquía de nasal es, guturales que se emiten con una con–
tracción de la lengua, hacia adentro, marcando largo sobre la
y;
na–
so-guturales pronunciadas con la naríz con acento también sobre la
y,
y, finalmente gutural es "con contracción
"a
fin de dicción , que se hace
con dos
y,
siendo siempre gutural la primera" (2). A fin de fijar estos
valores fonéticos, el autor del Arte, se valió 'de algunos signos repre–
sentativos de la articulación de las consonantes fricativas, sonoras,
tensas, sordas, vibrantes, guturales, sibilantes, nasales, velares, eclu–
sivas. etc. que nosotros hemos reEmplazado con la diér esis y el após ·
trofe. Pero esta elección de símbolos no tiende a enmedrar la plana
del gran lingüista, sino, modestamente ., a buscar una ortografía prácti–
ca y sencilla teniendo presente el propósito de la Convención de Es–
critores Guaraníes de
1867;
la intención de -Moisés S. Bertoni en el
mismo sentido (3) y el ejemplo dado por Qirtiz Mayans en su Diccio–
nario Guaraní. Conviene tener en cuenta, no obstante, la atinada e
importante advertencia de Morínigo sobre los inconvenientes a que
da lugar la
i
interpretada como signo de cantidad y no de timbre (4) :
i
igual a
i
breve.
En tales casos usaremos los diacríticos indispensable's a la limpie-
za y claridad de la palabra.
Fundados temores tenemos, sin embargo, que la semejanza grá–
fica de aquellos sonidos aparezca enredada en los frecuentes casos de
anfibología que han hecho, en más de una ocasión, lamentablemente
imperceptible la precisión del pensamiento; pero nos consuela com–
probar que prestigiosos guaranistas tropiezan todavía con dificultades
semejantes cuando se trata de representar, por el acento que llevan,
la naturaleza y propiedad de tales vocablos. Conviene tener en cuen–
ta también que el castellano ha desplazado gran número de voces ri–
gurosamente guaraníes, clausurando innumerables sonidos
y
combi–
naciones de sonidos cuyos matices particulares sólo nos servirían pa–
ra fijar el valor expresivo de algunos nombres toponímicos.
En consecuencia, e·s indispensable en nuestro concepto, asociar
estas referencias con el estado de la lengua en su actual alfabeto.
(1)
(2)
(3)
(4)
*
*
...
...
"Raíces Gua.raníes en Actas del XVII Congreso Inter nacio'nal de America.nis–
t as" por M.anuel A. Dominguez. Buenos Air es. Coni.
1912 .
Págs.
193
y
sig.
Véase Portnoy, op. cit.
_
"Ortografía.. Guaraní" por Moisés S. Berfoni, pág. 6.
"HispaniEmo_s en el Guaraní'_', Facultad d:
Filo~ofía
y
Letras de la Universidad
'de Buenos Aires. Buenos A1res,
1931.
Pag. 36 .
-47-