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"Obedeciendo su

indh~ación,

el hérroe de la leyenda., descendió la montaña y

fué a instalar su fortín al

p~é

d·el citad

o cerro.

La

profecía -de la serrana no• tardó

en cumplirse.

C~.Pahué

se vió

ataca.do

por numerosos enemigos, a los cua.les ven–

ció c·on intrepidez. Orgulloso• con el triunfo, solo pensó en escalar nuevamente la

montaña, para reclamar la promesa de .amor, desoyendo los consejos de los vete-–

ranos de la tribu, que se oponían a ese viaje, ar¡;J.virtiendo a su jefe que no desde–

ñara las flores

d~l

llano, por las flores de la montaña, pues esa elección po dría ini–

tar a los dios·es, que se vengar!an C·On un cruel castigo·. Pero el joven cacique fué

sordo a resas reflexiones y, partió en busca de la. de.sconocida ·de la mon;tañ.a.

"Meses desP.ués, mientras. chasquis y viajeros de aquella zona,

lamentaban

la pérdida de la..maga ·de su bien sino, ella, feliz, seguida de un indio c:.arg.ado• ·C·on

su paquete de h!erbas, llegaba al valle del Domuyo, dond.e la esperaba el destino.

Se llamaba Pirepil'lán, que quiere decir "Niev:e rdel Diablo". Reñidas luchas se

SU–

cedieron luego entre los súbditos del

·~acique,

unos leales y !otros rebeldes, favo–

nciendo la victoria a los primeros; los al_ucinados atribuyeron el éxito• de ..restos

triunfos a la influencia. de los amuletos orle

la reina hechicera,

eeleb1~ando

en re–

conocimiento, grandes festine.s. Copahué pudo disfrutar por algún tiempo del pres–

tigio de sus victorias, peTo lo mismo que su padre, soberbio y cruel

·~on

lo::; ven–

cidos, hube• de pagar igualmente las consecuEncias de su tiranía. Varios caciques

aliados lo atacaron siendo rendido, herido de muerte

y

dispersaida su toldería. Al

a.nochecer de aquel día ·desventurado par.a los morado·res del D'omuyo, agazapada

por entre p·eñascos, Pirepillán,

a·~ompañada

rlel más fiel de sus súbditc,s,

llegó

hasta el lugar donde yacía .agonizando el cacique. Cayó a sus piés y lo armortajó

t~

con sus caricias; luEgo, exponiéndose a

terrible muerte si

la sorprendiel'an sus

(.nemigos,

·~argó

con el cadaver, realizando con el indio que la acompañaba., la pe–

nosa jornada

y

al adarar el nuevo día, se encontraron reunidos c1on

los p¡ocos

fielEs adictos -al c?. rique cp::e espoeraban su regreso refugiados en un celTo próximo.

"Pero, al convencerse de la realidad, los exaltados alTebataron el cadaver pa.ra

darle sepultura¡ otros, seducidos por el fanatismo, acusaron de tr.aición a los amu–

letos de la hechicera,

·~on denándola

a muerte lanceada, q'.l•e era la sentEncia para.

los trddores y se ejEcutaba coloca.ndo a· la víctima colgada de un palo alto,

y

a1li

era lanc-eada por sus verdugos, hasta. que agonizaba. Mientras Pirepillán era sa•crL

ficada a peser de sus lágrimas, no

ce~aba

de llamar a Copahué, mhntras a sus

piés se cavaba el hondo foso donde ·debía d.esaparecer; pero -cuando c:reían haber

da·do término a }a. Ejecución, fueron bañados de improviso•, por grandes chorros de

agua hirviente. eplanados d e entre los. peñascos. Al at}gustio15o grito

d~l

quetalcó

(agua caliente) huyeron asustados, atnbuyendo el f e,nomeno ·a un castigo de Co–

pahu.é,

·~uyo

espíritu había respondido al llama·do de la víctima.

El relato de la hermosa leyenda termina en estos términos:

"La

Pl'ecipitada huída, p_uso en alarma a las tolderías

ve·~inas,

quienes, con–

secuentrs con las creencias de su rito. no· cruz?'IIOn desde entonces los vi8Ues

ce

aquel cerro, que

denominaron

de Copahué, sin llevar.

co~sigo

una "piedra verde"

que consideraban

inv

ulner2.bl c contra los malos sortllegiO'S, pues, a pesa.r ode su

P ?ganismo creían en el purgatorio

y

en las posibili rades de

1~escatar

a sus muer-

'

1

1

_ ,

tos '\!On es<a. "piedra vel'de" aue halaban en a montana .

,

Así nació la levenda de las famosas termas de

Copahue,

en el

territorio del Neuquén.

E

L

Guaraní. -

Lo que ocurrió con el quichua. el aymara y el

araucano sucedió con el guaraní en lo que atañe a la represen–

tación de sus fonemas por medio de signos castellanos.

Hasta los franceses. italianos y alemanes del siglo XVI usaron

la ortografía impuesta por los conquistadores, los colonizadores y.

sobre todo, los famosos jesuitas de las misiones guaraníticas en los

extensos dominios de la gran raza

karaí·guaraní

o antiguos

karaíves –

del grupo

caribe

según Moisés Santiago Bertoni

(1).

Como muchas otras naciones americanas. carecía ésta también

de escritura propia, pero había llegado en la evolución morfológica

de su idioma al período de aglutinación

y

polisintetismo -rechazado

por algunos- de las grandes divisiones del lenguaje arcaico sin per–

der las huellas de la mímica y la onomatopéyica. Para Manuel A. Do–

mínguez, las raíces de ésta lengua se remontan al suelo étnico. quizá

(1) "La Civilización Guaraní'' por Moisés Santiag-o Bertoni. P.arte 1. Etnología.

Puerto Bertoni,

1922.

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