también algo más al Norte y en la Pampa, llegando por el Sur hasta
unos 45 grados (
1).
La voz
co
entraría, más bien, en otras combinaciones de honda
sugestión lingüística. Lafone Quevedo ha dado a los
quencos
e
líneas ·
en zig zag de los yuros de Chañar-Yaco (Catamarca) el signu foné–
tico de
co
-
agua en araucano, encontrando similitudes con la voz me–
xicana
ccatl
-
serpiente y el vocablo quíchua
machacuay,
con la mis–
ma acepción.
*
1
DIOMA gutural
y
de "enérgica articulación lingual" tiene la
particularidad de que las consonantes -en la mayoría sua–
ves- no se hieren entre sí ni forman sílaba aparte como observa
Lenz basándose en Valdivia, a comienzo o fin de palabra (2); y que
la segunda y tercera persona' del plural se escriben con
u
entre las dos
últimas consonantes, dividiéndolas en sibilantes y fricativas, de una
resonancia cortante, gangosa o estridente, según su
representación
gramatical.
En el araucano, como en otras lenguas habladas de América, los
sustantivos se transforman en verbos y éstos en nombres cuando la
función de las palabras pasa a desempeñar oficios distintos en
la
oración.
Para fijar gráficamente el eco fonético de esos vocablos
y
sus
dialectos -donde es frecuente el caml¿jo de aquella ligación léxica–
se aceptó como propios de este idioma los siguientes signos castella–
nos(3):
A, C,
D,
E, GH, G, H,
1,
Y.
J,
L, LL, M, N,
A; O; P;
Q;
R;
T, TH,
V, U
y
ú.
-
La pronunciación dada por Febrés a estas 24 letras del alfabeto
araucano o mapuche, es ésta:
A,
a,
·C, e,
D,
d,
E,
e, GH, gh, Ghúytugyg.n, G; GE; HAC; H;
1,
i,
Ye, y,
J,
j,
(fe),
L.
l,
(el), LL, U,
(ell),
M, m,
em,
N, en, ñ, eñ,
O,
O·,
P,
pe,
Q,
qu,
R,
er, T, te, Th, The,
V,
v,
U,
ú.
Como se ha visto, las vocales araucanas son seis, a saber:
a,
e,
i,
o, u
y
ü.
Esta última, según Valdivia, equivalía (año 1606) a un
sonido medio entre
e
y
u,
hiriéndola "antes
y
después con las conso–
nantes" al contrario del sonido perfecto de la
u
que "pide necesaria–
mente un movimiento de los labios para su pronunciación" como ob–
serva Lenz.
A dos siglos de Valdivia, el primer gramático de la lengua arau–
cana
y
a uno de Febrés, su mejor intérprete, el profesor Lenz habla
de otra vocal, la
í
de "timbre oscuro, que se acerca a veces a la
e
con
función semivocálica".
Por Febrés sabemos, además, que en el araucano no se usan las
sílabas
ja,
jo,
ju,
g ·e,
gi
ni las consonantes
b,
f,
s, x
y
z.
Han de tenerse entonces, como sílabas de este idioma, las extrac–
tadas del texto
y
que son las siguientes:
Ca,
ce,
ci
co, eu, cú; eha, che, chi, eho, ehu, chú; da; de; di,
do; du, dú; gha, ghe, ghi, gho, ghu, ghú; ga, go, gu, gú; ha, he,
hi, ho, hu, hú; hua, hue, hui, huy;
ya, ye,
yi, yo, yu, yú; je, ji; la,
le•,
li,
lo, ·Iu, lú; Ha, He, lli, Uo, Hu, llú; ma, .me, mi, mo, mú; na, ne,
ni, no, nu, nú; ña, ñe, ñi, ño, ñu ñú; pa, pe, pi, po, pu; pú; qua,
(1)
A solo cuatl'lo o cinco horas de viaje en tren desde la Capital Federal de la
R. Argentin,a, a Los To·ldos, partido de General Viamonte, el 50 por ciento de
esta poblaci§n, P'Or lo menos, habla. hoy mismo araucano.
N.
del A.
(2)
Op. cit. Pág!
236.
(3) Luis de Val_divia era contrario al empleo· de las normas castellanas en la cons–
trucción gráfica del araucano. Op. cit.
-42-