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f;C!himu, Mochica ;o Chincha y Chanco; 2) el chinchaisuyu, que se ha–

blaba en el Departamento de Junín donde también se hallaron voces

yungas; 3) el cauqui, hablado .en la provincia de Yauyus; 4) el qui–

teñ<'> quitu o soira que se extendió por la actual república del Ecua–

dor

~brazando

los vecinos· reinoS! de Puruha y los Cañaris y las parcia.–

lida·des de los huancavilcas, los cayapas, los zaparos y los mantas

como consecuencia de la histórica anexión de éstos territorios al im–

perio del Inca; y 5) el 'calchaquí o cacán de los valles de Tucumán,

Catamarca y parte de Santiago del Estero donde también habría llega–

dio J.a influencia del yunga,

La ortografía y fonética del vocablo quíchua han sido escritas

Y

pronunciadas en diversas formas, tales como

kjechua,

quechu~

..

qechua~

keshua, keswa, k'hichwa, quichoa

o

quíchua,

CiOmo pronunciamos los

argentinos y en particular los santiagueños. Excepcionalmente usamos

esta última acepción, respetando, en lo demás, hasta la ortografía cas–

tellana., no siempre correcta, de Mossi, Bertonio, F·ebrés, Ruíz de Mon–

toya y Machoni.

Diremos finalmente, que la bibliografía del quíchua es extraor–

dinaria, no sólo en español, sino en inglés, francés, alemál'l¡ e italiano.

Pi y Margall menciona en el prólogo de la versión española del drama

incaico "Ollántay", vertido al francés por Gabino Pacheco Zregarra,

las traducciones en castellano por S'ebastián Barranca

(1868) ;

en in–

glés, por R. Markhan en

1871;

en español, por José Fernández Nodal

en

1873

y en alemán, pror J. J. von Tschudi en

1875.

De las obras clásicas vertidas del castellano al quíchua, hemos de

citar la Biblia y entre los documentos históricos que permiten apre–

ciar en toda su amplitud la gravitación del quíchua en la vida polí–

tica .del país, figuran: ei acta de la Independencia, el Decreto Provi–

sional de la Junta Gubernativa de las Provincias Unidas del Río de la

Plata y una proclama del General D, José de San Martín a los indios

naturales 'del Perú.

*

*

*

1

L

aymaró'.

es uno de los idi·omas aborígenes más olvidados por

E:

los

l~n~üistas con~emporáne1os

!lo. obstante las excepcionales

condiciOnes que brm'da al conocimiento .de la cultura precolom–

bina. Los estudios realizados 'hasta la fecha han demostrad.o en efecto

'

'

que el aymara es anterior al quíchua fundiéndose en él y extendién-

dose luego hasta Santiago del Ester·o y Catamarca, donde lo encuentra

Miguel Angel Mossi.

Hace más de cien años, las estadísticas de la población indígena en

Bolivia adjudicaban

223.000

individuos para la raza aymara

(1)

c-on–

tra

212. 248

quíchua.s, lo que viene .a demostrar que la antigua lengua

se mantuvo inconfundible hasta esa fecha y aún mucho después. Ac–

tualmente, la cuna .de los aymaraes según Sánchez Bustamante (2),

comienza a los

32

grados de latitud Sur en la provincia de Tinto, De–

partamento de Arequipa, Perú; penetra alrededor del lago Titicaca,

toma el macizo central del Departamento de La Paz (Bolivia) en sus

regiones altas y sus depresiiones medi'as, salvo los quíchuas .de Muñe–

cas; se extiende sobre los dos ramales de la cordillera, pasa las vertien–

tes hacia el Pacífico

y

sigue la meseta hacia el Sur, ·hasta penetrar en

el Departamento Potosí. Tal es .su límite ge¡ográfico. pero no lingüísti–

co, como ya se ha visto

y

como lr0 han demostrado· Villamil de Rada

y

Manuel Lizondo Borda entre otros acertados investigadores.

(1)

~'Ca;lendario

y

Guía del Forasterro", La Paz, 1935.

(2) Estudio cit. Pág. XII.

-3.7.,-