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P

ERO

así como exiRten palabras de una personalidad simbólica

de inapreciable interés para el investigador. hay otras que pa–

recen revestirse de un alma ingénua y bella. como

túray

y

cá:

cuy,

de tan vastas y apasionantes interpretaciones eR quíchua. Con

éstos dos vocablos los pueblos primitivos del N1oroeste argentino le-–

garon a la posteridad la leyenda de una de las aves más misteriosas

de las selvas: el

cacuy,

perteneciente a la décima familia de los capri–

múlgidos o dormilones, descripto por Azara y clasificado por Holm-

berg.

·

-

Este pájaro lanza un ;;anido que equivale a una frase quíchua de

mujer:

caccuy -

detente·, párate y

túray -

hermano. La sensación

que produce en quién la escucha es profundamente impresionante.

Tan impresionante, como la que experimentaríamos nosotros., o los

ingleses. franceses. alemanes, italianos o rusos si existiera otro pájaro

que en cualesquiera de dichos idiomas emitiese un canto en el cual

se percibiera con claridad la misma frase:

"detente, herm.alllo".

Pero

ni aún así se establecería, como en el quíchua, el sexo de quien la

emite

(1).

Hay, todavía, otras voces que, por sus relaciones gramaticales a

través de las manifestaciones sociales, comerciales, culturales, religio–

sas o políticas que ellas fijan por el valor simbólico de las imágenes.

entrarían también en el orden de lo espiritual o indicarían el comien–

zo del proceso que aseguró el arte de la escritura en los. pueblos indo–

europeos. Hemos mencionado el curioso lenguaje de los

quipus,

el de

los pequeños trozos de ramas utilizados por hechicero&. espías o cons–

piradores

y

el gran número de palabras compuestas que servían para

hablar con los astros. para provocar lluvias, para curar enfermos, pa-

establecido que venía sucedi éndose reg_l!larmente desde larguísimos años en

personas determinadas ; una legislación compl eta en to,dos sus ramo!: y sin la

cruel severidad de la parte p enal como en

otr.os

pueblos; una administr ación

complicada y organizada, abarcando el inmenso dominio en todos sus deta–

lles; obras de ar te y construcci•ornes

notabl.es

en su géne:ro' especial; el trabajo

esta.ba

dividido según la capacidad y las facilidades de aplicación a las indus–

trias florecientes ;

·~omunicaciones

verbales y garantías a la propie,dad en la

paz como en la guerra . Op. cit. Págs. 28 y 29.

(l)"Mitos y Ley.endas Aborígenes" conferencia del autor en Pucara 24 de agosto

de

1940.

De acuerdo con la versión recogida poT nosotros de' D. Benjamín

Góm~z,.

viejo

pob~ador

del :pueblo de Sumamao, Departamento San Martín,

pyovmc1a de Santiago·, del Estero,

1~

leyenda del cacuy es la sigui•ente: "Vi–

v~an

dos hermanos

huer~anos

-varon y

muj~r.-

en Ucuman Haque, los con–

fmes del mundo. El

er::~,

bueno. Ella, mala . Inuttl aplacar la fiereza de

"'U

agre–

sivi?ad.

,D,i~ícil s~tisfac!e;

la necedad

d.~

sus capr¿chos; la fuerza y el go:ce de

su 1ra:sc1b1hdad sm motivos; la repuls10n gazmona v cruel que en casi todos

los pueblos primitivos, en

ca.si

todas las luchas soci'al13s, en casi todas

la~ re~

ligiones antiguas, se manifestó como escala transitoria d:el egoísmo.

El le llevaba carne y miel; huevo'S

y

frutas de la selva. Lo recibía.

ella

con

la tonalidad incomprensible o biológica .de su odio agobiador incubado a.caso

en la subconciencia poT la concepción incestuosa de sus asce'ndientes.

La

pre~

historia.

y

la historia misma están llenas de ejemplos .de estas manifestacion€oS

de la degeneración sentímental y física que ahora mismo' vive "con la máscara.

de la hipocresfa

y

dentro del delito entre la.s naciones más civilizadas del

mundo".

.

Un día, el hombre de la leyenda, acuciado por su tremenda desventura, pl·e–

cipitado por los extremos fatalistas d!e su inteligencia embrionaria, atrajo hacia

el bosque

a: _

la torturante hermana. Había descubierto una · rica colmena en

lo alto de

).In

árbol gigantesco d·e la, selva . Y ella. quiso despojarlo de aquel

·derecho a.mp_arado por la ley d·el bosque. Aún en nuestro'S días, nadie en la

selva se

atl~evcría

a apoderar se de un nido, un árbol frutal o unP. colme:r¡¡a ya

Jescubiertos por otros morad0r e.s del monte, sin exponerse a ·comprometer su

vida o poner en duda su honr,aJdez.

La

violación de este

de1~.echo•

se de–

nomina "zuacuscca" y significa hurtar ar!'ebatando, fórmula primaria de lo

que hoy llamaríamos salteamiento o atraco; despojo o cuatrerismo, según

~ --t.

co·sa hurtada.

Ella iba a perpetrar este acto· infamante. Trepaba ya en ·el árbol. Ascendía

él .detrás de ella. Jadeaban ambos ba.j.o aquel desborde tumultuoso de l0s ins–

tintos. El rompió a llorar con desola-ción d:e niño burladÓ1. Ell!'l-

a.lar~ó

el ctterpq

--: 8S-