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por el General Manuel Belgrano en 1810, de las notas de la Junta de

Buenos Aires, del 25 de Mayo del mismo año al gobernador Bernardo

de Velazco, al comandante militar Pablo Tompson, al comandante de

Ytapúa y al Cabildo de Asunción, redactadas todas en idioma guara–

ní, como también una traducción al habla aborigen del decreto .de la

Asamblea General de las Provincias del Río de la Plata de 12 de

Marzo de 1813.

Pueblo arrogante

y

bravo en la guerra

y

trabajador

y

sobrio en

la paz, era dueño de una energía afectiva

y

mística que emerge de

los símbolos geométricos de su original alfarería. de sus conocimien–

tos agrícolas, de sus primorosos tejidos

y

de las. obras de arte del pe–

ríodo colonial.

Agrupados en parcialidades de veinte y treinta familias, obede–

cían a un jefe secundado por un co-nsejo de ancianos que sólo hacía

sentir su autoridad en ·estado de guerra -como dice Biedma; pero

que en la paz era. tan ténue que llegaba a inadvertida

(1).

La nación guaraní estaba dividida, sin embargo, en dos clases so–

ciales: los

tapihí,

que vivían en casa. separada y los

ongasú

o grupos

de familias que vivían en casas comunes (2). Pero éstos verdaderos

núcleos federativos que también encontramos en otras civilizaciones

aborígenes, de nuestro país, no fueron nunca factores negativos ni

disolventes. Por el contrario, les sirvió ésto a los guaraníes para man–

tener la unidad racial cuando el desprecio al indio creó en el sistema

colonial una guerra de clases

y

privilegios que , con el tiempo, habría

de ser una de las más grandes tristezas del hombre americano.

En el orden de lo espiritual, la conciencia de los. guaraníes des–

cansaba en la dignidad de

Tupá,

fuente creadora de la armonía uni–

versal. que habría de ceder su puesto, sin fuertes resistencias, a la re–

velación de Dios cuando las pruebas de su identidad cambiaron en

aspectos fundamentales la vida individual

y

colectiva d·e aquellos

grandes conglomerados que llegaron hasta el corazón de la Pampa

con el verbo de sus caudillos

y

la turbamulta fanática de sus apóstatas.

*

*

*

L

ULES

y

T9nocotés~,

-

Nadie ignora que se trata de dos nacio–

nes cuyas hablas agrupó Antonio Machoni de Cerdeña en 1732

en su "Arte

y

Vocabulario de la le-ngua lule.-tonocoté".

Los

lules

del Tucumán, Salta

y

Esteco

y

los

to.n.ocotés

de los ríos

Bermejo, Salado

y

Dulce

y

la llanura santiagueña, donde vivían entre–

verados con los

diaguitas.

Mucho se ha escrito

y

discutido sobre el dominio geográfico de

estas naciones, pero quién parece haber entrado en el fond·o de la

cuestión con fundamentos inconmovibles, es -Manuel Lizondo Borda

en su documentado libro ''Tucumán Indígena". Ambas razas ambu–

laban. en efecto. por la zona del Norte argentino, donde eran dueños

y señores. Allá vivían como los diestros guaraníes en "grupos de diez

en diez

y

de veinte en veinte" según las noticias de Gonzálo Fernán–

dez de Oviedo, citado por Lizondo Borda. Pero no sólo en este ·as–

pecto de la vida social se descubren valores semejantes entre lo;s in–

dividuos del litoral

y

el mediterráneo, desde el siglo XVI, por lo menos.

Los

lules,

como los

guaraníes

eran guerreros nómades

y !

feroces. Alon–

so P. Barzana autor ·del primer vocabulario de la lengua, tonocoté

,

(1) Op.

cit.

págs. 33, 34

y

39.

(2) Moisés

s.

Bertoni "La Civilización Guaraní". Parte

l.

Etnografía. Puerto B

1

er–

toni. 1922.

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