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L

OS lules y tonocotés alternaban sus grandes ceremonias con la

práctica del deporte. Eran excelentes cazadores y diestros fle–

ch ; ros. No desconocían tampoco el juego de la pelota ni el de

la chueca u h ockey aborigEn, tan difundido entre los quíchuas, los

aymaraes, los araucanos, los chiriguanos y los guaraníes. Precisamen–

te: por la ligereza de estos individuos altos y ''denodados''.. los día–

guitas los llamaban

juríes

(1), es decir:

zuris -

avestruces.

Un

razonamiento de lógica nos lleva a suponer que lules

y

tono–

cotés recibieron influencias mnrcadas de

b:..s

culturas del altiplano en

épocas remotas, anterions a la conquista española, no solamente en

sus práctivas deportivas. sino también en otros aspectos de la vida in–

dividual

y

de relación.

Así lo han comprendido quienes afirman que los

lules

asimilaron

la lengua

tonoc-té(2)

de la8 co8tas del S'alado, posiblEmente después

de los pedidos de protección formulados ante el Inca Yupanqui a prin–

cipios del siglo XIV mencionados por Cieza de León, negados por Gar–

cilaso de la Vega y Lafone Quevedo, pero sostenidos por Biedma y

Lizondo Borda de conformidad con la tradición oral y las nociones

religiosas que tenían(3).

De lo expuesto resulta clara, por otra parte, la identificación de

ambas culturas con el tonocoté, advertida por Lozano. Mient ras la

g , nte joven hablaba el

quíchua (

4) a fines del siglo XVI, lo.s ancianos

usaban el

ton -coté

fuera del

lule,

que era vulgar entre todos.

up:

siglo

después

(1685)

el desprecio a la lengua nativa se había acentuado

tanto en cit.rtas tribus, que muchos ya no querían hablar tampoco el

quíchua,

sino el

español.

*

*

E

STOS a.ntecedentes sirvieron de argumento para .sostener que el

abecedario de Machoni no era el mismo que compuso Bar–

zana hacia

1594.

Desaparecido o ignorado éste, sólo queda, co-

mo se viene diciendo, el de Machoni que es el que hemos incorporado

en el Vocabulario Comparado.

Pero conviene tener presentes las observaciones de Cabrera y Li–

zondo Borda, autores que a nuestro juicio han tratado con mayor cla–

ridad y acierto tan delicada cuestión. Ambos dicen que el precario

Vocabulario de Machoni (sólo tiene 3. 000 palabras), pertenecía a

una lengua formada o resultante de dos: una

lule

y

otra

tonocoté,

siendo ésta, salvo las variantes introducidas por el tiempo, la misma

de los

ton.ocotés

del siglo XVI,

y

1 ~

otra, el

iule

propio, distinto al

cacano·,

Y si aceptamos ésta tesis municiosamente desarrollada

y

docu–

mentada

parece a simple vista innecesario recurrir ·a otras fuentes

para formarnos una idea de la importancia arcaica del vocabulario de

Machoni.

En cuanto a la lexicografía

y

semántica del lule-tonocoté empe–

zaremos por decir que se caracteriza por la transformación ' de los

sustantivos en verbos o nombres verbales; por la declinación de los

nombres

y

los pronombres

y

por la colocación de las partículas en

ablativo.

(1)

(2)

(3)

(4)

M. Lizondo Borda. Op. cit. pág. 34.

Antonio Serrano recuer

da que

el

tonocoté

con el

quíchua,

el

guaraní

y

el

araucano.

era uno de los

cuat.ro

' idiomas internacionales d.e cuatro grandes l'e–

giones argentinas. Bibl.

Op. ·~it.

pág. 26.

Adoraban el Sol

·~omo

quíchuas

y

aymaa:aes .

Op. cit. Tomo 1, pág. 436.

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