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Tamanduaré, antiquísimo profeta de la nacwn -dice el padre

José -Guevara refiriéndose a la nación guaraní- tuvo anticipada no–

ticia del diluvio y amonestado por el númen (Tupá) se reparó de las

inundaciones con algunas familias en la eminencia de una elevadísi–

ma palma, la cual estaba cargada de frutos que les suministró alimen–

tos hasta que, retiradas las aguas, bajó a la tierra con sus compañe–

ros y multiplicaron tanto que todo lo fle-naron de colonias des.cendien–

tes de Guaraní. En la nación de los matacos, es el palo borracho (Cho–

risia insignis/ Samohú / Yucán/ Algodonero / Painero o Palo botella) el

árbol que aparece vinculado a la mitología aborigen. Por las versio–

nes directas que recogió Enrique Palavecino sabemos que "antes., el

agua estaba dentro de un Palo Borracho con todos los peces. Takjuaj,

personaje mítico de los matacos "flechó uno de esos peces sagrados,

pero como no lo mató, el pez se :(evolvió en el agua dentro del árbol

y

éste se rajó. Takjuaj al ver esto, disparó seguido por el agua ha–

ciendo eses como el río Teuco (1) .

En la cultura chiriguana se encuentran normas más avanzadas

de

la concepción del diluvio, Lo sqrprende.nte de aquellos

misterios.os

orígenes de las manifestaciones cosmogónicas de esa nación, es que no

existe -salvando desde luego la distancia- una línea infranqueable

entre las tradiciones chiriguanas y la historia de Moisés, salvado de

las aguas y de Rómulo y Remo, arrojados al Tiber. Debemos a Ber–

nardino de Nino

(2)

el conocimiento de esa leyenda, consignada a con–

tinuación:

"El Aguará-Tunpa" -dios zorro- quiso destruir la obra del Dios

Verdadero haeiendo morir a todos los hombres. Para conseguir este

fin se sirvió del lguasú - Agua Gr'ande. Abrió, pues, las puertas

u

orillas de los mares e inundó toda la tierra. Las aguas de la superficie

terrestre llamaron las del cielo,

(Ypo·ru -

diluvio) y así pereció la raza

humana. Mas, antes que se consumara la total destrucción del chiri–

guano, en el que se concretaba la ,humanidad, una mujer tomó a dos

de sus niños - var ón y hembr a-, los metió en un

Choguáo -

Mate

Grande, los dejó a dirección de las aguas

y

cuando éstas disminuye–

ron¡ se encontraron en el Paraguay donde volvieron a multiplicarse

"porque los dos niños no perecieron_de frío por cuanto el

Cururú -

Sa–

po¡ se movió a compasióñ trayéndoles fuego- en su paladar, de donde

procede que el chiriguano nunca persigue a estos animales inofen.

sivos".

El mismo autor recoge otra leyenda sobre el fin del mundo o

Ara, lya·pi -

Témino del Mundo.

''E'n aquel entonces -dice- aparecerá

Andiraj Guasu -

Murciéla–

go Grande y nos comerá y todo acabará, pero la lechuza y el buho

son enemigos del murciélago y por es.o lo matan".

En esta tradición, felizmente salvada del olvido, podría buscarse

la interpretación de determinados dibujos de la alfarería precolom–

bina, por que tanto el buho como el murciélago entran en la. cosmo–

logía de muchas na.ciones como la guatemalteca, junto con el zorro,

el coyote, la cotorra y el cuervo, n.o siempre como diOISeS

O

semidioses,

sino también como guías del camino para ir a]

Pa.shil.

(1)

(2)

*

*

*

"Takjua.j, personaje mítico de los Mlatacos" por Enrique Palavecino. Univer–

sidad Nacional de la Plata, 1940.

"E.tnogTafía Chiriguana" por el p, fr. Bernardino de Nino. La Pa,z. Bolivia.

1912. Imprenta Comer cial de Ismael A,!·gote. Págs. 51

y

52.

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