En la tercera doctrina tomaron puesto de vanguardia los parti–
darios de la franca credulidad en el origen americano del hombre.
Florentino Ameghino lo define y explica en su difundida reconstruc–
ción antropológica. Para el sabio argentino el hombre partió de S'ud:
América para poblar los otros continentes. Es un hecho incuestionable,
reafirma -
que los seres humanos que habitan otras regiones de la
tierra, tienen origen común con los de S'ud-América.
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P
OCA utilidad prestó hasta entonces la filología arqueológica. ·
Se la consideró "instrumento de trabajo embrionario e imper–
fecto"
(1).
F. N. Finck, concordando con Heider había dicho
que las lenguas no ofrecían a los ojos del psicólogo ninguna realidad
tangible. Y su teoría, aunque objetada por Meillet, parecía gravitar
en las comprobaciones etnográficas
y
paleontológicas de la época,
orientando las indagaciones hacia la biología, la zoología y la botá–
nica que fueron -como hemos visto muy ligeramente- auxiliares
novísimo de la etnografía.
La clasificación de los grupos sanguíneos según su distribución
en pueblos y zonas geográficas, arrojó pO!r ;r.e:sultado diagnófsticOtS
igualmente subyugantes. Las
investigaciones _hasta hoy más evi–
dentes, de conformidad con las fórmulas de Bernstein, establecen que
la propiedad sanguínea
a
(agJutinógenos) existe en proporción alta,
a veces superior a
o
(ausencia de aglutinógenos) en las actuales po–
blaciones de Europa, decreciendo de Oeste a Este y de Norte a Sur
"y en varios grupos de indios americanos" que poseen en grado in–
sospechado las propiedades de a y
b.
Esta comprobación -dice Im–
belloni- ha alterado profundamente todas las bases del problema .
Hasta 1933 se creía que el carácter específico del hombre americano
puro era del grupo
o,
dominante, también, en Australia, Centro y Sur
de Africa, los esquimales, los malayos filipinos, los lapones, los islan–
deses y los irlandeses. La propiedad
b
alcanza, a su vez, predominio
en el centro de la India <Alvarez) y determinados grupos america–
nos (lmbelloni).
Ante semejantes rel&.ciones, Apert opina entonces que las mu–
ta.ciones, al dar origen al aglutinógeno
a
no se produjeron de una sola
vez y en un solo pueblo, sino muchas veces y en pueblos diferentes.
E Imbelloni agrega que · ellas contrarían las ideas que él aceptó y em–
pleó en su clasificación con respecto al lugar que pertenece a los fue –
guinos y lánguidos de la historia filética de los pueblos americanos.
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e
ONTE'MPORANEA y paralelamente al estudio científico de los
yacimientos paleontológicos y la ordenación de las clasificacio–
nes lingüísticas del hombre americano, Ameghino amplió tam-
bién el estudio de la fauna y la flora fósiles -similares en Europa y
América- y cuyo inventario buscará el lector en los Vocabularios junto
a la nómina de las voces correspondientes a la flora y fauna aboríge-
( 1) Sin embargo, Lafone Quevedo, en 1892, asignaba valo:r·es fonéticos a las línea::.
en zig zag de los dibujos de los yuros y
p,u~us
encontratdos en las yacimientos
arqueológ¡cos de l o's vall es calch · quíes.
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