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visto, suena a voz aymara en los· dos giros más abstractos y superio–

res de este idioma:

aH-

árbol. rama y

thia,

idea de lejanía y de con–

tinuidad que, según el autor "La _Lengua de Adán" habría dado la

raíz de Dios

(Ti - Thi - Ticci-

igual a

Tiu, Dio, Di, Seus, Deus, Dieus,

Dios)

y las tres primeras palabras de la Ilíada:

Menin aeide thea,

"genuinamente aymaraes".

A comprobaciones similares. habría llegado Estanislao Sánchez

Calvo cuando exclamó: "el cielo tiene por to.das partes el nombre de

Dios" (1).

Pero muchos de estos viajes de las palabras por las naciones pre–

colombinas del sur pudo haberse producido por intercambios sociales

y comerciales que no definirían un origen común que haga suponer

parentescos lingüísticos. En tal caso, las coincidencias tendrían un va–

lor relativo si en la complejidad ae éstas definiciones no existiesen

otras fórmulas de cruzamientos entre antis y kollas y entre guaraníes

y tupis que dieron pOr resultado los charcas mezclados o entrevera–

dos según Baldomero. Díaz Romero con los aymaraes, los que a su vez

se habrían cruzado con las naciones del Paraguay y nuestro país ori–

ginando la sub raza charrúa o sea los tobas, los chorotes, los len–

guas, los machicuyus, etc., que formaban el grupo racial de Bolivia.

Los aymaras-quíchuas puros -agrega este autor- al mestizarse con

los guaraníes, más tarde, dieron lugar a la formación de las sub ra–

zas araucana, puelche,

calchaqu~

y fueguina de Chile y la Argen–

tina(2).

*

*

*

S

IGUIENDO la huella de las palabras que, de algún modo re–

presentan en las lenguas citadas los caracteres étnicos de una

de las dos grandes familias preconizadas por Rivet, entraremos

ahora en el gran campo experimental de las afinidades lingüísticas

descubiertas entre los idiomas de Europa, Asia y América.

Son numerosos los investigadores que pretendieron demostrar que

las palabras fundamental es al lenguaje de las naciones precolombi–

nas, fueron tomadas de una fuente común en la noche de los tiempos.

Con igual entusiasmo sostuvieron otros. la tesis c.ontraria afir·

mando que la población primigenia de América recibió en su seno

invasiones procédentes de Asia o Africa, insistiendo, como Snider,

qúe

América

se

séparó dél Viejo Mundo y que toda su extensión coi'res–

pondé perfectamente a la parté oeste .de las costas de Europa

y

Áfri–

ca. burahte mucho tiempo se buscó la "puerta de entrada•; y se

men~

cionó el estrecho de Behring.

~El

profesor Alee ltrdlicka, dice que éste

pudo haber sido su único camino, 10.000 o 15.000 afio.s atrás.

Prestigiosos hombres de ciencia siguen esa escuela. Otros creen

haber encontrado relaciones lingüísticas indoamericanas con los idio·

mas de Oceanía, Asia, ,A.frica y Europa. Entre lo.s ¡comentaris.tas de

éstas relaciones del lenguaje resplandecen todos los matices de la

opinión. El padre Miguel Angel Mossi encuentra raíces hebreas, ára–

bes. sánscritas, etc., en el quíchua. El doctor Vicente Fidel López dice

que el quíchua es el ariano en su primera formación. Fwlb afirma que

existen raíces semíticas en el aymara

y

el quíchua. Y el doctor Agus–

tín Matienzo se vincula a la obra de aquellos.

Adolfo Varnhagen sostiene la teoría de que el guaraní deriva de

(1) "Los nombr·es de los Dioses" por Elstanislao Sánchez Oalvo, Madrid 1884 pá -

gina 263.

'

(2) "Prehistoria de Bolivia" por

B.

Díaz

Romero en uBolivia en el Primer

Centena~

río de su Independencia". 1925. Pág. 140.

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