Table of Contents Table of Contents
Previous Page  16 / 432 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 16 / 432 Next Page
Page Background

diccionario más de 12.000 palabras americanas. es decir, el cuádruplo

de la riqueza · idiomática de cualquier persona culta. Müller dice que

el vocabulario de un campesino inglés sin ilustración no excede de

trescientas palabras. En el Antiguo Testamento, según referencias de

Vendryes se contaron hasta cinco mil seiscientas cuarenta y dos; en

el Nüevo Testamento, cuatro mil ochocientas; en los poemas homéri–

cos, cerca de nueve mil; en el vocabulario de Milton. de siete a ocho

mil y en el de Shakespeare quince mil según algunos y hasta veinti–

cuatro mil palabras según otros.

No

se trata. entonces, de vocablos populares, rurales o familia–

res del lunfardismo. S'on. en su mayoría, voces cultas y hasta conoci–

das en España que obedecen a razones sociológicas; nombres toponí–

micos o históricos que no desaparecerán jamás de nuestro país o

acepciones ins.eparables del problema de la lengua general en la Re–

pública Argentina.

*

*

e

ON los alfabetos comparados del quichua , el aymara.• el arau–

cano , el guaraní y el lule-tonocoté, creemos haber

logrado

elaborar un esquema aprovechable para una nueva visión de

los grandes grupos lingilísticos de las colectividades prehispánicas en

nuestro país, cuyas áreas de extensión adquieren dimensiones insos–

pechadas a medida que las investigacionés modernas perfeccionan.

modifican o ensanchan el dominio de las teorías difundidas hasta el

siglo XVIII.

Son muchas y divers3s las opiniones que se conocen acerca de

la cantidad d e idiomas atribuida al hombre americano. •El padre Kir–

cher elevó en 1578 a cuatroci<?ntos el número d e nuestras lenguas

aborígenes. de las cuales cuarenta

y

cuatro por lo menos se hablaban

en el Gran Chaco según Félix de

A

zara.

Investigaciones posteriores. recientes. las resumieron en una sola

gran familia. Actualmente la geograJía lingüística del Chaco ofrece

notables analogías entre el quichua, el aymara. el araucano, el gua–

raní y el lule-tonocoté tenido

;:~

meno~

nor casi todos los lingüistas

europeos y americanos a excepción de Cabrera y Lizondo Borda como

comprobaremos más adelante.

A•parte de los idiotnas calchaauí, cuzqueño,

lamano o lamisa,

chinch;:~.isuyu,

cauqui y auitu. admitidos como dialectos del qúíchua

según Müller y Prince, investigadores serios como 'Lafone Quevedo,

Alonso de Barzana. Lozano, Cabrera, Imbelloni y Palavecino. han de–

nunciado voces quichuas que ahora serán más fáciles de encontrar.

en el maori de la fam

osa i

sla de Pascua, en el allentiac hablado por

lo~

huarpes de Cuyo

r.on

afinidades en el tehuelche: en el cacán,

hablado por los lules según H'ervas

y

los diaguita.s según Lozano; en

el tonocoté. en el toba. en el mocobí. en el ,guaycurú y chiquitano

del mismo gruno linguístico: en el chaná del tino toba-guaycurú; en

el sanavirona, hablado por los comechins::rones de Córdoba. en el pi–

lagá actual. en el araucano o calenino cliileno

y

hasta en . el mbayá.

Vocablos yungas, que Ludewing catalog-a entre los dialectos del

avmara,. se encuentran en el atacameno, el diaguita. el mataco, y sus

dialectos nocten

y

chorote y el cacán que, según Altieri , es voz yunga.

Con más

iu ~teza

fonética se han encontrado voces aymaraes en

el auíchua, aue Ludewing tiene nor dialecto de aauel idioma, como el

quitu y el chinchaisuyu, entre los cuales incluyó más tarde el cuz–

queño, el lamano

y

el calchaquí.

Otros. como Larsen, sostienen aue los dialectos de aquel idioma

fueron el kanchis, el kasnas, el kollagua, el karamka, el charcas. el

-16-