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Cuanto al aymara, las investigaciones en cambio, plantean

el problema en otros términos con la reciente edición de la obra pós–

tum::l de Emeterio Villamil de Rada. Contra la opinión de los eruditos

europeos, el sabio boliviano proclama el aymara como idioma edé–

nico y presenta comprobaciones audaces de raíces aymaraes en el grie–

go, el latín, el hebreo,· el ·arábigo. el sánscrito, el egipcio, el send o pér–

sico, el caldeo, el chino, el alemán, el inglés, el ruso, el japonés, el

índico, etc.. .

Villamil de Rada dec;;cubre una o dos raíc t: s aymaraes en las ta–

blas de Moisés que se reputan del período adánico; traduce en ayma–

ra las cuatro palabras de1 famoso dístico de la teogonía de Hesíodo

repetida por Homero; ilustra con innumerables paradigmas la rela–

ción mosaica del Paraíso; las raíces de ]as voces Eva -

Hiwa,

lo bello,

lo lindo; de Caín -

Hacai·na,

el viviente; de Abel -

Hiwala~,

el segundo;

de Seth -

Satha,

fruto; de Adán -

Antam

que reaparece en el griego

Antrhopos - el hombre y en la divinización de

Ataman,

de los Vedas

o en

Antuim,

ciudad de antiguo Lacio.

Interprétase Adan por terrenus en el Génesis, dice el autor. Y

agrega: "y tal significa

Antam

o el terráneo andino , formado en la

tierra de los antis, de

alaitat.

altos en la Atl Antis de las traducdo–

nes egípcias

y

platónicas

y

erí el mito del gigante Anteo. '

Y

así fueron

ellos, como el primer hombre

Antam,

registrado en el vocablo latino

antiquis,

ya que la raíz de antigüedad o antiquitas, significa arran–

cado y desprendido de los viejos

antis

o

hikitas•,

del verbo

hikiña -

arracar".

Pero su ingenio va más lejos. Luego de otras consideraciones

insiste: "se designaba a ' los

antis,

de

anta

-cobre y de allí, :por la

tez sonrosada o rojiza propia del local edénico a Adán se califiCa en

la Escritura de rufus o el cobrizo Antam, 'única cutis a propósito para

todas las ulteriores modificaciones de color

y

complexión'·.

Villamil de Rada actualiza con más ilación y unidad las antiguas

leyendas que, desde el fraile Román Pane, que acompañó a Colón en

su segundo viaje, enunciaban la sospecha de un Adán y una E,va abo–

rígenes. Posterior a Pane, que atribuyó origen. haytiano a la pareja

edénica, el abate Brasseur de Bourbourg

(1),

sostuvo que ella había

salido de la isla Boriquen dando como fuente de referencia algunos

documentos mexicanos y de manera muy excepcional el manuscrito

atribuído a un escritor o traductor aborígen de Chichicastenango so–

bre las tradiciones más remotas de la nación quiché. Brasseur le lla–

mó "Libro Sagrado" (2) en

1861.

en que lo hace conocer por primera

vez en París•. En él se habla de un "lugar de beatitud llamado "PAS–

HIL",

de d.onde llegan la.s mazorcas amarillas

y

blancas

y de dioses

que, como

J

osué, hacían detener el sol. El anciano· Ixpiyakok hizo es–

to cuatro veces. Pero ya tendremos oportunidad de conocer más ade–

lante algunos otros pasajes de esta verdadera Biblia americana. Mien–

tras tanto, volvamos a las reflexiones esotéricas del investigador bo–

liviano.

Luego de mencionar numerosos nombres .aymaraes mitificados por

los griegos, los latinos, los persas, los vedas, etc., se aventura en la

descripción del escenario edénico, afirmándose para ello en la ley fo–

nética que rige la diversificación de las leyes y por la cual "se tras–

mutan las conson f..ntes relativas en los contactos con su inmediata

consonante, como

t

y d;

f

y b;

w

y

be;

f

y

h; o y g; 1 y r; y recípro–

camente, añadiéndose, alterándose o suprimiéndose a veces las vocales

o consonantes relativas".

(1) "Histoire de.s nations civilises de Mexicue et la Amerique Central durant les

siecles anter1ennes a Christophe Colomb", Pa.rís, 1875.

(2) Su, nomb1··e

~borígen

es "Popo.L,vuh".

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